La apuesta por las energías renovables ha dejado de exhibirse en Europa como una nimia declaración de intenciones para ser, ya por fin, un compromiso firme, concreto y cuantificable. Unos 44.000 de los 140.000 millones de euros que le corresponden a España en los Fondos Next Generation prácticamente una tercera parte van destinados a combatir el cambio climático y a hacer una Europa más verde.
En este contexto, inversores y analistas identifican este sector como uno de los más prometedores, con la previsión de que la instalación de plantas de energía renovable sea una de las principales vías que impulsarán el motor económico en nuestro país. Así lo demuestra la Agencia Internacional de Energías Renovables que apuntaba que a finales de 2020 España ya contaba con casi 60.000 megavatios verdes instalados, lo que ubica a España en el octavo puesto con mayor capacidad renovable del mundo.
El desafío de la transición energética cuenta, por tanto, con notables voluntades colectivas y fondos públicos, aunque en este punto faltaría avanzar en una etapa crucial: la de garantizar en este proceso de transición la optimización de recursos. Para ello, resulta conveniente identificar las mejores fórmulas y los actores idóneos que van a redefinir el modelo energético del futuro.
A juicio de los expertos, la vía más efectiva para construir un futuro sostenible es, indudablemente, la gestión integral a nivel mundial de activos de proyectos de energías renovables. Una gestión, que abarque todas las fases de trabajo, desde el asesoramiento técnico y la monitorización online, hasta la gestión financiera y administrativa del activo. Está comprobado que esta opción innovadora en la que los inversores pueden aprovechar las redes internacionales, como la que dispone Grant Thornton, asegura enormes ventajas competitivas. Una fórmula que facilita: el incremento de ventas, gracias al seguimiento de los proyectos en tiempo real que permite aumentar la disponibilidad y reducir los tiempos de inactividad de las plantas, el ahorro de costes, con las sinergias que se obtienen de la gestión de otros porfolios, la integración rápida y eficiente de los proyectos, gracias a los sistemas y metodologías técnicas y administrativa y, por último, la coordinación en la provisión de información.
En este engranaje de relevantes dimensiones es más necesaria que nunca la implicación de todos los stakeholders que confeccionan el mapa energético. Están llamados a desempeñar un papel protagonista, por ejemplo, actores del sector privado como los Independent Power Producers (IPPs), fondos de inversión, _family offices _o desarrolladores, entre otros, pero también la Administración Pública, que debe allanar el terreno a través de reformas fiscales basadas en el principio de “quien contamina paga” o mediante relevantes acuerdos público-privados.
En definitiva, en la configuración de un modelo energético del futuro, no basta sólo con mostrarse alineado con los compromisos globales ni tampoco con que las instituciones públicas aprueben partidas destinadas a luchar contra la descarbonización. Es imprescindible optimizar al máximo esos compromisos y recursos para lograr un modelo competitivo, factible y duradero. Un modelo, en el que la gestión integral de activos de energía renovable cobrará un peso indiscutible hasta ser reconocida como una de las más importantes palancas de esta transformación.
Alejandro Sánchez es socio de Business solutions/Energía de Grant Thornton
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