Italia ha dado el visto bueno a la instalación de un buque regasificador en la costa del mar Adriático, a escasos kilómetros de la ciudad de Rávena, en el noreste del país, en el marco de su estrategia para acabar con la dependencia del gas de Rusia.
El presidente de la región italiana de Emilia-Romaña, Stefano Bonaccini, firmó este lunes un decreto que autoriza el amarre a largo plazo del buque flotante de almacenamiento y regasificación para sustituir hasta una sexta parte del gas importado actualmente desde Rusia, según las autoridades locales.
El buque regasificador
Para la instalación del barco regasificador, se adaptará una plataforma marina ya existente y se construirá un gaseoducto marítimo de 8,5 kilómetros y uno terrestre de 34 kilómetros que quedará totalmente enterrado y conectará el buque con el resto de la red.
Los cálculos iniciales prevén una inversión de 1.000 millones de euros en un proyecto que concluirá en un plazo máximo fijado para septiembre de 2024, afirmó el consejero regional de Desarrollo Económico y Trabajo de Emilia-Romaña, Vincenzo Colla, en la presentación del decreto.
Una vez finalice el trámite definitivo para la autorización de la construcción de la nueva infraestructura, la energética Snam, propietaria del buque regasificador, deberá adjudicar las obras del proyecto.
De este modo, la planta regasificadora marítima de Rávena supondrá un nuevo punto de acceso a la red energética italiana en la que los buques gasísticos podrán descargar cerca de 5.000 millones de metros cúbicos anuales del gas importado desde los países productores, explicaron las autoridades italianas.
Las instalaciones de Italia
En las últimas semanas también se firmó un decreto para la instalación de una planta de regasficación en Piombino (costa oeste) en una decisión polémica, pues el alcalde de la localidad toscana anunció que acudirá a la justicia para tratar de impedir que un buque de gas permanezca 3 años anclado al puerto de la ciudad.
La estrategia de utilizar los dos buques regasificadores para limitar la dependencia italiana del gas ruso fue una iniciativa del anterior Gobierno, presidido por Mario Draghi, que logró reducirla notablemente en los últimos meses, abriéndose a otros mercados como el argelino.
Este país del norte de África ya se ha convertido en el primer proveedor de gas de Italia, sustituyendo a Rusia, que ha pasado de proporcionar el 40 % del consumo total al 10 % actual.
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