La necesaria e inaplazable transición energética del sector eléctrico en Europa, mediante la sustitución de las centrales convencionales por renovables, está empezando a advertir un problema fundamental. Los elevados objetivos de generación renovable en los Estados Miembro sólo podrán conseguirse de dos maneras diferenciadas, bien mediante una sobre capacidad de tecnologías renovables no gestionables, asumiendo un elevado nivel de vertidos y otras disfuncionalidades en el sistema y los mercados, o bien, incorporando cierta potencia de tecnologías con almacenamiento, que contribuyan parcialmente a los objetivos reduciendo la necesidad de esa sobre capacidad.
España tiene la fortuna de ser un país con abundantes recursos eólicos y solares y de tener mayor facilidad que cualquier otro país de Europa para desarrollar los emplazamientos que necesitan las centrales termosolares. Además, disponemos de un tejido industrial y capacidad tecnológica que permitirá que las inversiones en esas centrales se traduzcan en suministros de componentes y servicios que generarán un importante número de puestos de trabajo y contribuirán en un elevado porcentaje al PIB del país. Otros países europeos, que solo tienen la posibilidad de alcanzar objetivos de descarbonización mediante el uso de tecnologías no gestionables, están planteando iniciativas de dudosa viabilidad y mucho más costosas ante la evidente necesidad de almacenamiento en sus sistemas eléctricos.
El almacenamiento térmico de las centrales termosolares cumplirá, en primer lugar, el papel de almacenar la energía durante las horas diurnas y empezar a despachar al atardecer, de forma complementaria a la generación fotovoltaica, ofreciendo el perfil de despacho que el sistema necesita para avanzar hacia la descarbonización de la generación eléctrica. Con este criterio de complementariedad, además de poder compartir infraestructura de transmisión haciendo más rentables las nuevas líneas, no se sumará la producción termosolar a la fotovoltaica mientras luzca el sol, evitando eventuales vertidos y la canibalización de precios o, lo que es lo mismo, reduciendo el coste del sistema al reducir los apoyos que los proyectos fotovoltaicos pudieran necesitar cuando el precio del mercado estuviera por debajo del precio adjudicado en las subastas.
Pero, una vez que las centrales termosolares entren en operación, habrá que considerarlas no solo como parte de la infraestructura de generación, sino también como una gran infraestructura de almacenamiento. En efecto, las nuevas centrales termosolares tendrán sistemas de almacenamiento térmico con una capacidad eléctrica equivalente de más de 1 GWh por cada central.
Gran parte de esa capacidad podría ofrecer servicios al sistema tales como reserva estratégica firme para esas 100 horas críticas anuales de picos de demanda que ocurren regularmente a últimas horas de la tarde en los meses de invierno, ya que los tanques de sales fundidas pueden mantener una buena parte de su capacidad a disposición del sistema independientemente de que los días previos, o incluso las semanas previas, hubieran sido soleadas o no. Este servicio, para el que no se requeriría inversión adicional alguna tendría un enorme valor para la garantía de potencia en el sistema.
Pero, además, los tanques de sales fundidas podrían recoger los vertidos que pudieran producirse de otras tecnologías renovables no gestionables y despacharlos posteriormente con generación síncrona, añadiendo simplemente unos calentadores eléctricos, cuyo coste sería decenas de veces inferior al correspondiente a sistemas de baterías o instalaciones de bombeo, por lo que podrían proporcionar ese servicio al sistema de forma mucho más competitiva. En el caso de que en el futuro se produjeran de forma recurrente diferencias de precios a diferentes horas del día, las centrales termosolares estarían en una posición más competitiva que cualquier nueva instalación de almacenamiento para participar en el arbitraje de precios.
Una última reflexión poco conocida es la relativa a que los estudios de costes totales del sistema eléctrico demuestran que es más barato alcanzar el objetivo del renovables en 2030 con los 5 GW termosolares previstos en el PNIEC que sin ellos, entre otras cosas por permitir capturar a las otras tecnologías renovables no gestionables precios de mercado que reduzcan los pagos por la diferencia negativa que se daría durante muchas horas al año respecto al precio al que se hubieran adjudicado las subastas.
Es obvio que la estructura de generación dentro de una década dependerá de la evolución de las tecnologías y de sus costes pero, hoy por hoy, la decisión de incluir esos 5 GW nuevos de centrales termosolares está absolutamente justificada, por motivos no solo de descarbonización de la generación eléctrica sino por aspectos técnicos relativos a la operación del sistema, así como por su contribución a la reducción del coste de generación. Desde una perspectiva macroeconómica, la construcción y operación de los 5 GW previstos en el PNIEC contribuirán de forma muy notable a la creación de empleo y a la convergencia económica de las Comunidades Autónomas del sur, pero también con una significativa participación en equipos y servicios del resto del país.
Luis Crespo es presidente de Protermosolar.
Dabama
25/02/2020