La política energética en España debe ser muy complicada. Son muchos los intereses que hay, las empresas, grandes y pequeñas y sobre todo los afectados. Todos. Porque quién más y quién menos consume energía. Cuadrar el círculo no debe ser fácil. Pero de ahí a que en los últimos 40 años todo sea una continua improvisación comienza a cansar a todos. Los últimos capítulos de esta política energética de improvisación se han vivido estos días en España. Sin ir más lejos este lunes, inicio del curso para muchos trabajadores y para los políticos.
El presidente del Gobierno se jactaba de ser un gobierno ecologista en una entrevista en la Cadena Ser. Allí, se anunciaba por enésima vez que se pretende penalizar de alguna manera al diésel. Creo recordar que fue la primera gran medida que se filtró a los medios tras la llegada de Sánchez a la Moncloa. Casi 100 días después siguen con el mismo mensaje. Como si no nos hubiéramos dado cuenta. Pero es que siempre hay alguien que no se entera. ¿Verdad ministra de Industria, Reyes Maroto?
Este lunes la ministra soltó que el impuesto al diésel era un “globo sonda”. Así, directamente. Reconocimiento donde los haya. Claro luego tuvo su tirón de orejas correspondiente y acabó rectificando llamando a las televisiones para aclarar su posición. Quisieron cerrar el capítulo como si se tratase de un error de comunicación, que lo fue, pero esto denota una improvisación total en la manera de hacer política. Es muy poco serio.
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¿A quién nos creemos los contribuyentes? ¿Al presidente? ¿A la ministra? ¿Hacemos como si no hubiese pasado nada? Se trata de una medida que va a tener mucho calado y la sensación es que este Gobierno se dedica más a lanzar mensajes y globos sonda que a trabajar en una política energética que tenga cierto sentido común.
Otro ejemplo. El pasado 1 de septiembre entra en toda la Unión Europea el nuevo sistema de medición de emisiones en los vehículos, denominado WLTP. Bueno, pues España, es decir, este Gobierno cede ante las presiones de la industria automovilística y no aplicará la medida hasta 2021. Seguirán engañando con sus datos de emisiones durante dos años más. ¿Es esto un gobierno ecologista? Lo dudo.
Hete aquí lo complicado que es hacer política energética. Ya lo decía el ministro de Transición Ecológica de Francia, Nicolas Hulot, que recientemente ha dimitido por esto mismo. Por ser incapaz de hacer una política energética congruente con su pensamiento ecológico. Pues aquí en España, la primera en la frente. ¿Qué creen que sucederá con el impuesto al diésel si con la WLTP ya se ha cedido? Reflexionen.
Dudas por todas partes. Más ejemplos. Vestas. El fabricante de aerogeneradores anuncia hace meses que las cosas no van muy bien en su fábrica de León. Anuncia un ERE y los trabajadores que conocían la precaria situación de la fábrica comienzan a movilizarse. Nadie les hacía ni caso. Ni la Junta de CyL, ni el Gobierno ni la propia Vestas. Tanto que a final del mes de agosto la empresa anuncia que cierra la planta y todos los trabajadores a la calle. ¿Por qué nadie se mueve hasta ese momento y luego entran las prisas? Primero coge el toro, si se puede decir eso, por los cuernos la ministra de Industria. Que si una carta, que quiere ir a Dinamarca a ver a la cúpula y todo ello con descalificaciones para la empresa. Menuda manera de hacer país. No me extraña que se quieran ir.
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Para hablar con Vestas tampoco hacía falta irse hasta Copenhague. Este lunes, otra portavoz del Gobierno, la ministra Teresa Ribera se ve con Vestas en el Ministerio. Ya era demasiado tarde. Vestas cerrará la planta, pero el Gobierno lo vende como una medida positiva. Alucinante. Lo primero que hace es echar la culpa al antirrenovable de Álvaro Nadal. Y después dice que va a trabajar junto a la compañía para ver que hacen con los trabajadores. También ‘consigue’ que Vestas refuerce sus otras dos plantas que aún se mantienen en pie: Daimiel y Lugo. El caso es que nadie hace autocrítica con lo sucedido. Como si no fuera con ellos el tema. La culpa es del PP que es muy malo. ¿Otra vez con la misma cantinela?
El PSOE, cuando estaba en la oposición, criticaba al PP que siempre le echara la culpa del déficit de tarifa a los socialistas y su política incontrolada de renovables. Pues no ha tardado mucho el Gobierno del PSOE en hacer lo mismo. ¿Y saben por qué? Porque se improvisa. Le ha pasado a todos los gobiernos y éste no iba a ser menos.
Más ejemplos. El recibo de la luz. La factura eléctrica se dispara este agosto. Un problema que padece España pero también el resto de Europa. El Gobierno vuelve a echar la culpa al PP. El actual mercado eléctrico español y su sistema de fijación de precios no es el correcto. ¿Cómo? El sistema marginalista es el que funciona en toda Europa pero el Gobierno pretende cambiarlo y hacer una reforma profunda. Lo anuncia, otro globo sonda, pero no dice ni cómo ni cuándo. No lo sabe. Dice que está trabajando en ello.
Esto es parecido a lo que sucede con el impuesto al sol. ¿A qué espera el Gobierno para tumbarlo? ¿No tenía el visto bueno de la mayoría del Congreso para hacerlo? Se entiende poco lo que está haciendo el Gobierno. Anuncia medidas que luego cuesta mucho llevarlas a cabo para luego acabar haciéndolas a medias, aparcándolas hasta saber cuando. “Vamos a tener una solución para los productores de renovables este verano”. Palabras de Teresa Ribera. Pues todavía se siguen esperando esas medidas. Y así todo.
No digo que sea fácil, pero claro el plumero se ha visto antes de tiempo. Anuncia medidas por todos lados. Ha dado Ribera más entrevistas que Soria y Nadal juntos en solo tres meses (es un decir, no me sean tiquismiquis que no las he contado) para tratar de explicar que la transición energética y la descarbonización de la economía no es una tarea fácil. Y mucho más compleja si solo se cuenta con 84 diputados. De aquí a final de año tiene que presentar la Ley de Cambio Climático y Transición Energética, el Plan Nacional de Energía y Clima para enviarlo a Bruselas y el Plan social en las zonas afectadas por esa transición, los trabajadores del carbón y las nucleares que se verán afectados.
Mucho trabajo. Tanto que ni se han tomado unos días de descanso en el Ministerio. No hay casi tiempo y todo el sector está a la espera de saber más. Mientras en el Ministerio trabajan, los lobbies también lo hacen. Ténganlo asegurado. Y no pondrá las cosas fácil a Ribera y su equipo. El cambio o la transformación juega dos tiempos, uno el que quiere el Gobierno y otro bien distinto el que quieren las empresas. Y la virtud está, como casi siempre, en el término medio.
Es momento de dejar de improvisar y tapar agujeros. Ya no hay más dedos para taparlos. Es momento de diálogo y acción. De hacer política energética de Estado. No de partido. De sacar adelante la transición, con las reglas muy claras para que las empresas como Vestas no se vayan, que se tenga en cuenta a todos, de decir la verdad y contar lo que realmente va a costar todo (que será mucho), de trabajar por el bien común, de consumidores y empresas del sector. Se echa de menos una Mesa de la Energía que trate todo y en la que estén representados todos. No queremos más comisiones que han dejado claro que su excepcional trabajo no ha servido de nada. Y sobre todo, no mareen con los mensajes. El capítulo de ayer con el diésel fue patético. Así de claro.
Miguel
06/09/2018