La industria alemana —concretamente la química y automovilística— ha protestado por la tensión burocrática prevista por la introducción gradual del nuevo arancel fronterizo de carbono de la UE (CBAM).
Anteriormente, los fabricantes europeos podían contar con emitir aproximadamente la mitad de su CO2 sin incurrir en cargos adicionales bajo el precio del carbono de la UE (ETS) para mantener su competitividad frente a los productos extranjeros.
Sin embargo, en 2021, la Comisión Europea propuso reemplazar los derechos de emisión gratuitos por una tarifa protectora del carbono: el llamado Mecanismo de Ajuste en Frontera de Carbono (CBAM). El plan finalmente se adoptó y se implementará gradualmente a partir de 2026.
Así, poco a poco, las empresas que esperan exportar sus productos con alto contenido de carbono a Europa tendrán que pagar, igualando gradualmente los costos de evitar las emisiones de carbono de las empresas de la UE hasta 2032, año en el que el plan entrará en pleno efecto.
A mediados de agosto, la Comisión publicó los requisitos detallados de presentación de informes que las empresas deberán cumplir. La recopilación de datos tendrá que comenzar el 1 de octubre de este año y el primer informe está previsto para el 31 de enero de 2024, para consternación de la industria química alemana.
Cargas burocráticas
"La locura burocrática provocada por CBAM es increíble", afirmó Wolfgang Große Entrup, director de la asociación de la industria química alemana VCI, en LinkedIn, añadiendo que es "necesario llamar la atención sobre el nuevo 'instrumento de protección del clima' de la UE" y pedido a los políticos europeos y alemanes que "despierten" ante los impactos de esta política.
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