Petróleo & Gas

Las arenas bituminosas de Canadá en grave crisis por la caída de los precios del crudo

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El derrumbe de los precios del petróleo y la desaparición de las inversiones en el sector están provocando una grave crisis en el corazón petrolero de Canadá, la provincia de Alberta, con profundas implicaciones políticas en el país.

Esta semana, el Gobierno canadiense tiene previsto ofrecer detalles de su promesa de acelerar la inyección de unos 1.000 millones de dólares canadienses (730 millones de dólares estadounidenses) en Alberta para amortiguar el impacto de la crisis que sacude al que fuera el motor económico de Canadá.

La situación es un giro de 180 grados con respecto al periodo de florecimiento que esa provincia canadiense vivió durante la última década.

El territorio contiene las terceras mayores reservas de petróleo del mundo, tras las de Venezuela y Arabia Saudí, en forma de arenas bituminosas y los elevados precios del crudo durante ese tiempo provocaron una explosión de inversiones para desarrollar los yacimientos.

Entre 1999 y 2013, alrededor de 200.000 millones de dólares se invirtieron en el sector petrolero de Alberta. Sólo en 2013 la cifra anual de inversiones alcanzó los 32.000 millones de dólares.

La bonanza económica atrajo a decenas de miles de personas de Canadá y del extranjero para trabajar en la boyante economía de Alberta, desde camareros a obreros de la construcción pasando por ingenieros y otros profesionales de elevadas cualificaciones.

Al mismo tiempo, Canadá estuvo gobernado por un primer ministro, Stephen Harper, y un Partido Conservador con raíces físicas e ideológicas en la provincia del oeste, lo que se tradujo en concesiones de todo tipo para el sector petrolero.

Sólo en 2013 la cifra anual de inversiones alcanzó los 32.000 millones de dólares

Una de estas concesiones fue la decisión de Harper de sacar a Canadá del Protocolo de Kioto para permitir el desarrollo sin cortapisas de los yacimientos de Alberta.

Pero la enorme caída de los precios del petróleo en el último año, con el precio del barril ahora en torno a los 30 dólares, un 70 % menos que a mediados de 2014, ha puesto fin a la época de vacas gordas, lo que está teniendo profundas implicaciones políticas para el país norteamericano.

El viernes, el organismo público Estadísticas Canadá (EC) dio a conocer las cifras de empleo en Canadá durante el mes de enero, que constataron el rápido deterioro de la situación en Alberta.

En la provincia se destruyeron 10.000 empleos en enero. En los pasados 12 meses, Alberta ha perdido un total de 35.000 puestos de trabajo.

La tasa de desempleo se sitúa ahora en el 7,4% cuando a finales de 2014 era del 4,5% y ha alcanzado así el nivel más alto en 20 años, y por primera vez por encima de la media nacional desde 1988.

Eric Lascelles, el economista jefe de RBC Global Asset Management, una de las principales instituciones financieras del país, afirmó tras conocerse las cifras de enero que "Alberta está claramente en una recesión y lo ha estado desde hace algún tiempo".

Y la situación empeorará a lo largo de 2016, ya que algunas de las multinacionales que operan los yacimientos de las arenas bituminosas de Alberta, como British Petroleum y Exxon Mobil, han anunciado que eliminarán más puestos de trabajo en un sector que ha perdido ya 40.000 empleos desde 2014.

Alberta, que desde hace generaciones considera que Ottawa no presta suficiente atención a sus problemas y que en muchas ocasiones cree que Ontario y Quebec han conspirado para arrebatarle sus riquezas, ha solicitado al Gobierno federal ayuda económica y política.

Paradójicamente, el nuevo primer ministro canadiense, el liberal Justin Trudeau, es hijo del exprimer ministro Pierre Trudeau, una de las figuras más detestadas en Alberta porque su decisión de crear en 1980 el Programa Nacional de Energía fue interpretada en la provincia como un intento de nacionalización del sector.

Pero la mayor reivindicación de Alberta se centra en la exportación de crudo, para lo que necesita la construcción de oleoductos.

Estados Unidos ha bloqueado la construcción del oleoducto Keystone XL, que conectaría los yacimientos con las refinerías estadounidenses del Golfo de México, lo que ha supuesto un grave golpe para el sector.

Y las provincias canadienses de Quebec (en el este del país) y Columbia Británica (al oeste de Alberta) se niegan a aprobar por razones medioambientales la construcción de otros oleoductos para sacar el crudo de las arenas bituminosas a otros mercados, lo que añade más problemas políticos para Trudeau.

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