A medida que se intensifica el impulso hacia la COP30,Rystad Energy ha analizado más de 400 contribuciones determinadas a nivel nacional (NDC, por sus siglas en inglés), tanto históricas como actualizadas, para evaluar el grado de alineación del sistema energético global con los objetivos del Acuerdo de París.
La mayoría de las contribuciones se centran en la descarbonización a corto plazo de los sectores de energía eléctrica, electricidad y transporte, estableciendo objetivos claros para la adopción de energías renovables y vehículos eléctricos, con combustibles alternativos y captura, utilización y almacenamiento de carbono (CCUS) para los sectores de difícil descarbonización.
Este año, los países signatarios presentan sus compromisos en el marco de la NDC 3.0. Si bien muchos objetivos parecen más ambiciosos, esto se debe principalmente a un cambio en los plazos, de 2030 a 2035, más que a medidas políticas más contundentes. Según la evaluación de Rystad, las últimas NDC proyectan una trayectoria coherente con un aumento de 1,7 °C para 2035. La plena implementación de estos compromisos podría reducir las emisiones en aproximadamente un 25% (10 Gt) con respecto a los niveles actuales para 2035.
Según el análisis de Rystad Energy, las NDC pueden implementarse cumpliendo las tres tareas de la transición energética:
Tarea 1 – Saneamiento y crecimiento del sector eléctrico
La mitad de las reducciones comprometidas provienen del saneamiento del sector eléctrico, lo que subraya el rápido crecimiento de la energía solar y eólica junto con el almacenamiento y las mejoras de la red. El progreso avanza según lo previsto, con incorporaciones anuales récord de energía renovable, pero los obstáculos en la obtención de permisos, la transmisión y los riesgos de saturación del mercado siguen ralentizando su despliegue.
La electrificación del transporte, los edificios y la industria contribuye al 43 % de las reducciones de emisiones necesarias para implementar las Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional (NDC) para 2035. Los vehículos eléctricos representan actualmente una cuarta parte de las ventas de coches nuevos, frente a solo el 2 % hace cinco años; sin embargo, su expansión depende de la infraestructura de recarga y del apoyo político.
Las bombas de calor están en auge, aunque los elevados precios de la electricidad siguen siendo un obstáculo importante en algunas regiones. Los primeros proyectos piloto en la industria del acero y el aluminio indican que la electrificación industrial está ganando terreno a medio plazo.
Tarea 3 – Reducir las emisiones residuales
Para abordar el último 5% de las emisiones, será necesario ampliar la captura, utilización y almacenamiento de carbono (CCUS), el hidrógeno y la bioenergía. Estas tecnologías ya se incluyen en más contribuciones determinadas a nivel nacional (NDC, por sus siglas en inglés) y hay proyectos en marcha, pero su implementación está muy por detrás de las energías renovables y la electrificación. Lograr un impacto a largo plazo exige un cambio radical en la escala y el ritmo.
Además, Rystad Energy ha creado el Índice de Riesgo Relativo de las Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional (NDC), que ofrece un marco claro para comprender mejor el riesgo relativo de un país para implementar plenamente sus compromisos climáticos. Los países de bajo riesgo, como Suiza, Suecia y Finlandia, que representan el 22 % del índice, combinan altos ingresos y estabilidad política con electrificación y fuentes de energía renovables.
Los países de alto riesgo (44 %), como Uganda, Etiopía y Níger, se enfrentan a barreras estructurales, como bajos ingresos, gobernanza frágil, baja electrificación y crecientes emisiones, lo que genera incertidumbre en el cumplimiento de las NDC. Un tercio de las economías se sitúan en una categoría intermedia que incluye a China, Vietnam y Corea del Sur, donde el crecimiento industrial y la electrificación coexisten, mostrando una rápida adopción tecnológica y modernización estructural a pesar de sus sistemas energéticos con altas emisiones de carbono.
En general, la diversidad de estos perfiles de riesgo subraya la necesidad de una acción coordinada. Las naciones líderes están impulsando iniciativas de cero emisiones netas más ambiciosas, lo que señala una transición hacia la próxima era energética. El éxito en este empeño depende de la estabilidad política, la resiliencia económica y el progreso sostenido en las tres tareas interdependientes de la descarbonización.
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