Mientras la UE se prepara para aprobar formalmente un nuevo reglamento para mejorar la sostenibilidad de las baterías utilizadas en los vehículos eléctricos, el centro de investigación de corporaciones multinacionales con sede en Países Bajos, **SOMO, ** ha publicado un impactante conjunto de visualizaciones de datos que muestran el enorme aumento previsto de las llamadas "gigafábricas" para producir estas unidades de energía. Estas gigantescas fábricas consumirán enormes cantidades de recursos no renovables, extraídos en su mayoría en el Sur.
Se prevé que la capacidad de producción del creciente número de gigafábricas de baterías de iones de litio (Li-ion) se multiplique casi por ocho entre 2021 y 2031, principalmente en Estados Unidos, la UE y China. En muchas de ellas participan grandes empresas automovilísticas como Volkswagen, Mercedes-Benz y Tesla, cuya motivación es aumentar el consumo de vehículos personales.
"Los vehículos eléctricos son parte de la solución al cambio climático. Pero el tamaño y el volumen de la producción prevista de vehículos eléctricos no es sostenible", afirma Alejandro González, experto de SOMO. "No podemos consumir para conseguir un futuro más limpio y ecológico. Necesitamos menos coches, coches más pequeños y opciones de transporte público más sostenibles. Esto debería estar en el centro de la política de transición energética de la UE".
Materias primas
El Reglamento sobre nuevas baterías forma parte de un conjunto de políticas que sustentan el planteamiento de la UE sobre la transición energética. A finales de este mes la UE publicará su Ley de Materias Primas Críticas, un proyecto de ley cuyo objetivo es garantizar que la UE pueda acceder a los minerales necesarios para apoyar a las industrias relacionadas con las energías renovables y el transporte.
La Unión Europea pretende "inclinar la balanza de poder" a su favor en las cadenas de suministro críticas para lo que denomina "el nuevo petróleo y gas". La UE habla de boquilla sobre la reducción de la demanda de extracción de nuevas materias primas, pero sus esfuerzos por aumentar el acceso de la UE a los minerales y el uso de las políticas comerciales y de desarrollo como palanca lo desmienten.
"La UE regula las baterías con una mano, pero impulsa la demanda de minerales para esas mismas baterías con la otra; es una política incoherente y sigue tratando a países ricos en recursos como Argentina, Chile, la República Democrática del Congo e Indonesia como meras fuentes de materiales", afirma Alejandro González.
Vehículos eléctricos: más desigualdad mundial
Aunque los vehículos eléctricos no emiten carbono por el tubo de escape, su producción genera graves impactos negativos, sobre todo en los países donde se extraen los minerales para fabricar las baterías de iones de litio. La demanda de litio y níquel se disparará en los próximos cinco años como consecuencia de la adopción masiva de vehículos eléctricos en Europa, Estados Unidos y China.
Aunque la adopción de vehículos eléctricos en estas regiones está muy incentivada por subvenciones, exenciones fiscales y objetivos de reducción de emisiones, la extracción de minerales para producirlos genera grandes cantidades de residuos. Los activistas de algunos países de origen ya han expresado su preocupación por las violaciones de los derechos humanos y la privación de derechos a los pueblos indígenas.
La inmensa mayoría de los vehículos eléctricos que se producirán en los próximos siete años se venderán a consumidores de Estados Unidos, Europa y China, y excluirán a la mayor parte del resto del mundo. Los comentaristas de la transición energética y del transporte han señalado que esta imagen a dos niveles de "los que tienen" y "los que no tienen" añade nuevas dimensiones a la desigualdad mundial.
Consumo insostenible
"La UE tiene aquí una oportunidad: evitar ser responsable de impulsar los abusos y la profunda desigualdad en la transición energética. Pero esa oportunidad se está esfumando", afirmó González. "Es necesario un cambio fundamental en el paradigma de la UE, fomentando una visión del transporte que no implique la propiedad casi universal del vehículo personal en la región europea".
Las actuales políticas de sostenibilidad de la UE apenas abordan el problema subyacente del consumo insostenible. Con la actual transición, a pesar de la introducción de los vehículos eléctricos, se prevé que el parque mundial de vehículos (incluidos los de gasolina y diésel) siga creciendo. Con más coches en la carretera, es poco probable que el sector del transporte pueda reducir las emisiones mundiales a los niveles necesarios para limitar el calentamiento global a los escenarios de 1,5 ºC o incluso 2 ºC.
"No debemos ralentizar el urgente abandono de los combustibles fósiles. Los vehículos eléctricos son parte de la solución. Pero no podemos repetir los errores de la era de los combustibles fósiles", afirmó González. "Es imprescindible una transición energética justa, pero con las políticas actuales de la UE, EEUU y China, está fuera de nuestro alcance. Esto tiene que cambiar, y cambiar rápido. Tenemos que reducir la dependencia de los coches individuales y viajar de formas más sostenibles. Avanzar hacia esta visión tiene que convertirse en el núcleo de las políticas públicas, y los gobiernos deben cambiar su enfoque -y sus presupuestos- para permitir, educar al público e incentivar este cambio de paradigma".
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