Petróleo & Gas

Nord Stream II o cómo un 'mega-gasoducto' provocará conflictos con el GNL entre los países de la UE

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En septiembre de 2015, la poderosa energética rusa Gazprom firmó un acuerdo con cinco empresas europeas, con E.on (ahora Uniper), Royal Dutch Shell, OMV, Wintershall y Engie, para duplicar el oleoducto Nord Stream que discurría entre Rusia y Alemania por el Mar Báltico. La extensión, llamada Nord Stream II (NS2), seguiría la misma ruta y agregaría 55 bcm de capacidad anual a la infraestructura actual. El objetivo es que NS2 transporte gas desde la península de Yamal (campo Bovanenkovo) a la Unión Europea (UE).

La ruta de 1.200 km comenzaría en la bahía de Narva y continuaría por el Mar Báltico en las zonas económicas exclusivas de Finlandia, Suecia, Dinamarca y Alemania, y las aguas costeras de Dinamarca y Alemania, hasta el punto de aterrizaje en Greifswald, Alemania.

Según las últimas estimaciones, el coste total del gasoducto ascendería a 9.500 millones de euros. Originalmente, se suponía que Gazprom tenía una participación mayoritaria del 50% en el proyecto, mientras que los otros cinco socios obtendrían un 10% cada uno. Sin embargo, las firmas europeas se retiraron del consorcio después de que la autoridad antimonopolio polaca declarara que iba a desafiar el proyecto. Sin embargo, continuaron apoyando el proyecto como inversores. Actualmente, NS2 AG, la compañía creada para la planificación, construcción y operación de la tubería y con sede en Suiza es propiedad exclusiva de Gazprom.

El planteamiento, en principio, no tenía ninguna pega, ¿o sí? Según el informe **"Nord Stream 2: Rule no more, but still divide" **publicado por Marco Giuli, analista político del European Policy Centre, un think tank dedicado a la integración de la UE, el anuncio de este proyecto llegó en un momento delicado. Políticamente, el gasoducto va en contra de varios de los objetivos de la Unión Energética. Económicamente, consolidaría la posición dominante de Gazprom en los países orientales del mercado de la UE y le daría a Gazprom una ventaja competitiva sobre los recién llegados, especialmente en el mercado del gas natural licuado (GNL). Geopolíticamente, podría privar a Ucrania de su función de tránsito, un activo estratégico y una importante fuente de recursos financieros. Así que, la realidad es que NS2 es una manera de negar el compromiso de la UE de apoyar al país después de la anexión de Crimea por parte de Rusia y el apoyo continuo a las fuerzas separatistas.

El estudio llega a varias conclusiones que plantean aún muchas más dudas respecto a la necesidad de construir un nuevo tubo que haga la competencia no solo al GNL, proveniente de otros países como EEUU, y provoque conflictos y tensiones con los países europeos del Este, especialmente Ucrania.

Para Giuli, evaluando el fundamento comercial de NS2 en función de las perspectivas de la demanda de gas de la UE es arriesgado debido a la escasa fiabilidad de las proyecciones anteriores. Reconoce que las importaciones de gas de la UE aumentarán a corto y medio plazo, pero como la UE confía en una gran capacidad de importación adicional de GNL, no existe una necesidad urgente de infraestructuras adicionales de importación, solo los necesarios para cumplir con los objetivos de competencia y seguridad energética de la UE.

Ademas, la lógica comercial de NS2 se hace más evidente en el marco de las ambiciones geoeconómicas de Rusia. Es probable que se produzca una batalla por las cuotas de mercado de la UE entre el gas ruso y el gas natural licuado (GNL). NS2 permitiría a Gazprom controlar la creciente competencia del GNL y evitar depender de Ucrania para el tránsito de su producción de gas, un objetivo geopolítico ruso que viene de lejos.

De construirse el tubo, el impacto en los precios y la competencia dependerá de la estrategia de marketing de Gazprom. Más aún, el informe señala que NS2 podría exponer a la UE a una fragmentación de su mercado interno de energía y los países de Europa Central y Oriental podrían tener mayores costes para acceder a los mercados occidentales a corto plazo. La correcta aplicación de las normas del mercado interior de la UE sigue siendo una condición previa para reducir el riesgo de segmentación del mercado asociado con Nord Stream 2.

Teniendo en cuenta las condiciones favorables del mercado y el marco regulatorio y la evolución de la infraestructura mejorados de la UE, es poco probable que NS2 sea necesaria para la seguridad energética general de la Unión Energética, de hecho, los mecanismos de mercado y solidaridad podrían ayudar a mitigar los riesgos de una poco probable falta de seguridad. Y todavía se complicaría más el mercado, porque la concentración de capacidad considerable en una ruta única exigiría planes de contingencia que requerirían que la red ucraniana siga siendo lo suficientemente operativa.

La Ley de Gas en la UE

La Directiva sobre normas comunes para el mercado interior del gas natural 2009/73, que forma parte del Tercer paquete energético, sigue siendo la legislación europea más relevante en lo que respecta a las infraestructuras de gas. Sus principios principales son la desagregación de propiedad o separación entre la propiedad de la red, que puede pertenecer a un operador de sistema de transmisión (TSO) o un operador de sistema independiente (ISO), de las operaciones de producción y transporte, el acceso de terceros (o la obligación de un operador de canalización de permitir el acceso a los competidores por igualdad de condiciones) y el establecimiento de tarifas no discriminatorias o la obligación de establecer tarifas transparentes y aplicadas sin discriminación.

Sin embargo, el NS2 está en un proceso de limbo legislativo, porque Rusia no quiere que se le incluya dentro de esta normativa. Aún así, si el marco operacional NS2 cayera bajo el régimen regulatorio de la UE, el oleoducto seguiría siendo políticamente problemático. Su mera perspectiva ha inclinado el equilibrio estratégico entre Ucrania y Rusia a favor de este último, fomentó la desconfianza entre los estados miembros de la UE y creó tensiones entre la UE y los EEUU. El reconocimiento final de Alemania de los problemas políticos asociados con el oleoducto sugiere que se mantenga cierto nivel de tránsito de gas a través de Ucrania, pero no se sabe cómo se puede garantizar esto.

En definitiva, el informe reconoce que si Alemania quiere seguir adelante con la construcción de este polémico tubo, la Unión Europea debe definir muy bien cómo va a funcionar y bajo que estricta normativa se va a proceder para evitar que el NS2 no sea, en el futuro, el germen de un conflicto político difícil de solucionar.

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