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Un año más, y ésta ya será la cuarta edición, los próximos 1 y 2 de febrero tendrá lugar el Simposio Internacional organizado por la Fundación para la Sostenibilidad Energética y Ambiental (FUNSEAM) y la Cátedra de Sostenibilidad Energética de la Universidad de Barcelona. En esta nueva edición del Simposio, de la mano de expertos de mundo empresarial y académico, tendremos la oportunidad de analizar los principales retos que afronta el sector energético en el horizonte del año 2030 y que configuran y dan razón de ser tanto a la política energética como medioambiental.

Conscientes de la necesidad de dar respuesta al reto del cambio climático, probablemente una de las principales amenazas que afecta a la sociedad en su conjunto con efectos potencialmente irreversibles par el planeta, de la reciente Conferencia de las Partes de París (COP21) surgió un amplio acuerdo donde se pusieron de relieve las ventajas y beneficios duraderos de una acción pronta y ambiciosa que permitiera reducir el coste, en términos de adaptación y mitigación, para las generaciones venideras de postergar la toma de decisiones. Sin lugar a dudas, una de las piedras angulares de este acuerdo y que motivan encuentros como el que va a tener lugar en Barcelona el próximo mes de febrero es la sostenibilidad medioambiental de nuestro actual modelo energético.

El reto del cambio climático supera claramente la mera cuestión medioambiental, adquiriendo una dimensión social, económica y política, por lo que ha sido necesario un cambio de paradigma en el proceso de negociación y toma de decisiones a partir de una voluntad clara y decidida por parte de todos los países – sin discriminación alguna como existía antes entre países desarrollados y en vías de desarrollo – por un cambio en el actual modelo energético caracterizado por una fuerte presencia de fuentes energéticas de origen fósil.

Si bien es necesario, este proceso de transición no necesariamente va a ser fácil. Ante el reto que supone para el sector energético el objetivo de la sostenibilidad  medioambiental es preciso fijar que pasos deben darse sin poner en riesgo cuestiones tales como la seguridad de suministro, la competitividad de la industria o la capacidad de garantizar el acceso a la energía a unos precios asequibles para los consumidores. La clave que puede permitir la consecución conjunta de los objetivos en materia de energía y clima para 2030 radica en los avances tecnológicos. Desde esta perspectiva, la sostenibilidad pasa a ser un componente de competitividad por parte de las empresas energéticas. Convertir la mejora medioambiental en un objetivo propio de toda empresa debe ser uno de las líneas estratégicas a la hora de garantizar su competitividad en un futuro libre de emisiones. Prueba de ello es la mejora competitiva que está suponiendo el esfuerzo en la transición energética llevado a cabo por la industria europea. En el caso europeo, el aumento experimentado por parte del precio final de la electricidad como consecuencia, entre otros muchos factores, de la necesidad de internalizar los costes económicos asociados con los diferentes mecanismos de promoción de las energías renovables o del mercado de derechos de emisión, debe ser visto – como así está ocurriendo - como una oportunidad para mejorar la eficiencia energética. Los datos así nos lo demuestran. A pesar de la crisis económica, de la que empezamos a salir en estos momentos, en relación a la situación existente en el año 1990, la Unión Europea en su conjunto ha sido capaz de reducir en un 24% sus emisiones de gases de efecto invernadero – básicamente CO~2~ – con un crecimiento económico acumulado del 46%.

Maite Costa.
Maite Costa.

Al mismo tiempo, las actuaciones e iniciativas empresariales, deben ir acompañadas desde la esfera pública de políticas energéticas y ambientales ambiciosas, donde la regulación económica adquiere un papel protagonista.  La regulación debe fijar unos objetivos ambientales y diseñar unos mecanismos, que a su vez, impulsen a las empresas a desplegar una política de sostenibilidad  que amplíe el alcance estricto del marco normativo. Para ello es necesario establecer un marco regulatorio simple claro y estable, que atraiga la inversión empresarial en el ámbito energético y que, sobretodo, empuje a las empresas a ir más allá de la propia normativa incentivando la adopción de los objetivos medioambientales como propios de la empresa para la mejora de su competitividad. De igual manera, como ya viene realizando la propia Comisión Europea, se deben continuar promoviendo planteamientos más orientados al mercado que reflejen la evolución de la estructura de costes de las distintas tecnologías de generación y la creciente competitividad de los costes en el mercado interior. En este contexto y de la mano de una senda de avances tecnológicos como los que estamos viviendo, en el período 2020-2030, debe plantearse una seria y progresiva reducción de los distintos esquemas de apoyo y subvención  a la generación eléctrica tanto para las tecnologías energéticas maduras como para las más incipientes, como pueden ser las energías renovables. Este tipo de esquemas, si bien justificados en su momento dado el diferente grado de madurez tecnológica y las indiscutibles externalidades positivas que conllevan, dados los avances tecnológicos que se están produciendo reduciendo sus costes económicos, deben ir reduciendo su presencia permitiendo a los mercados actuar correctamente como mecanismo eficiente de asignación.

La consecución de los objetivos planteados también requerirá una transformación radical del funcionamiento de los mercados energéticos, consolidando tanto los avances acaecidos en los últimos años en el proceso de integración y erradicación de las actuales barreras existentes como la concepción de los propios mercados. La posibilidad de aportar flexibilidad por el lado de la demanda es el gran reto al que se enfrenta una nueva configuración del mercado. Las nuevas tecnologías y un adecuado diseño del mercado deben permitir un rol activo del consumidor ofreciendo ajustes de consumo para adaptarlo a la evolución de la situación cambiante de la oferta como si se tratará de una tecnología de generación más.

Sin duda son muchos los aspectos sobre los que cabe reflexionar en este proceso de transición de nuestro actual modelo energético, siendo necesarios puntos de encuentro en los que debatir y compartir diferentes enfoques y posiciones. Con este objetivo de aportar y participar en este necesario proceso de debate, el simposio que se organiza en Barcelona en febrero, pretende analizar en profundidad todos estos aspectos. A lo largo de dos jornadas, en la primera de ellas,  con un marcado carácter empresarial, tendremos la oportunidad de contar con expertos procedentes de las principales compañías del sector para tratar la sostenibilidad en sus compañías y como la innovación les ayuda para poder alcanzar este objetivo. También se tratará el nuevo modelo energético en base al debate sobre el nuevo rol del consumidor.  En el segundo día, de la mano de destacados investigadores procedentes del ámbito de la economía de la energía,  la jornada académica prestará atención a los temas regulatorios, más en concreto a la política climática aplicable al sector, así como al efecto de la sostenibilidad sobre los mercados energéticos. Los ponentes, del más alto nivel, aseguran un análisis preciso sobre los distintos temas y un enriquecedor debate sobre las perspectivas de futuro del sector.

(Más información: www.funseam.com)

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