La limpieza de residuos radiactivos en Palomares (Almería) sigue estancada desde 2012, cuando se produjeron los últimos avances en la relación bilateral entre España y Estados Unidos para que el país norteamericano se haga cargo y se lleve de España los residuos nucleares que permanecen en la zona desde hace 40 años. Este miércoles, Ecologistas en Acción ha presentado una denuncia ante la Fiscalía del Tribunal Supremo (TS) contra el Centro de Investigaciones Energéticas, Medioambientales y Tecnológicas (Ciemat), y el Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) por inactividad con respecto a la contaminación radioactiva en Palomares, en Cuevas del Almanzora (Almería), al "haber permitido" la existencia durante casi medio siglo de un "cementerio nuclear al aire libre".
La denuncia, elevada al fiscal de sala de Medio Ambiente y Urbanismo, Antonio Vercher, interesa que se cite a declarar al presidente del CSN, Fernando Martí Scharfhausen, para que explique por qué el organismo "no avisó hace cincuenta años del peligro que supone remover tierras contaminadas", así como el porqué de que el Plan de Rehabilitación de Palomares "esté parado desde hace cinco años". La historia de los residuos en esta pedanía de Cuevas de Almanzora (Almería) data del 17 de enero de 1966, cuando se produjo una colisión accidental de dos aeronaves estadounidenses en una operación de repostaje en vuelo. Los dos aviones quedaron completamente destruidas y sus restos se extendieron sobre cientos de hectáreas en el litoral y en el mar.
Entre estos restos había cuatro bombas termonucleares. Al impactar con el suelo, dos de las bombas deflagraron y parte de su explosivo químico se diseminó. En concreto, quedaron esparcidos buena parte de los 9 kilogramos de combustible nuclear fisionable, en forma de óxidos de plutonio, uranio y americio, fundamentalmente. Así, el informe del CSN 'Palomares, en el camino de la normalización radiológica', resume que desde 1966 los programas de vigilancia "no han mostrado ningún resultado que haga sospechar la existencia de morbilidad inducida por las radiaciones ionizantes y que no hay ninguna patología directamente relacionada con la dispersión de material radiactivo en el medio ambiente a causas del accidente".
Sin embargo, el riesgo radiológico para la población sigue vigente, a través de las partículas contaminantes si se transmiten por el aire o por los alimentos. "La restricción de uso de los terrenos aseguró que la exposición de la población fuese muy baja", valora el documento.
No obstante, el 7 de julio de 2010, se celebró en Washington (Estados Unidos) una reunión entre el departamento de Defensa y el Ministerio de Asuntos Exteriores y de Cooperación de España, en la que se informó al Gobierno norteamericano de la situación de Palomares y se insistió en que "la única solución definitiva es la retirada del suelo contaminado". Poco más de medio año más tarde, entre el 22 y el 25 de febrero de 2011, técnicos estadounidenses y españoles se reunieron en Madrid y también se trasladaron a Palomares. La delegación estaba formada por expertos en rehabilitación y gestión de residuos, manteniéndose las discusiones técnicas sobre las opciones de actuación y propuestas de reitrada, limpieza radiológica o rehabilitación de los terrenos que seguían entonces con restricciones. Según añade el informe del CSN, "la visita fue muy fructífrera y supuso un avance notable en aspectos técnicos".
Negociaciones
Los últimos contactos bilaterales al respecto se produjeron ese año, entre marzo y octubre cuando el departamento de Energía estadounidense realizó aportaciones técnicas al Plan de restauración de Palomares que fue posteriormente contestado por el Ciemat (Centro de Investigaciones Energéticas, Medioambientales y Tecnológicas). Según la parte española conocedora de la situación, el tema, después de distintos contactos diplomáticos está en manos de las "máximas autoridades" del Consejo de Seguridad Nacional del país norteamericano.
Sin embargo, la solución definitiva para Palomares pareció estar cerca en febrero de 2012, después de una reunión mantenida en Munich por los jefes de la diplomacia española y estadounidense en aquel momento, José Manuel García-Margallo y Hillary Clinton, respectivamente.
Clinton prometió a su colega que tendría "buenas noticias pronto" sobre la petición española para que EEUU asumiera la limpieza de la tierra contaminada con plutonio que permanece en la localidad almeriense de Palomares como consecuencia de un accidente entre dos aviones norteamericanos en la década de los 60. Esa al menos fue la versión que ofreció del encuentro García-Margallo, que aseguró también que Clinton estaba "personalmente comprometida" con respecto a este tema y dijo que había recibido "garantías" por parte de EEUU de que limpiaría las alrededor de 40 hectáreas afectadas.
Pero las buenas noticias se hicieron esperar. Las elecciones presidenciales y legislativas en EEUU de noviembre de 2012, unido a la decisión de Hillary Clinton de no continuar en el cargo, paralizaron el proceso, según reconoció el Gobierno español en una respuesta parlamentaria a primeros de 2014. Desde el departamento que dirige José Manuel García-Margallo se aseguraba este miércoles que se mantienen los "contactos técnicos" con EEUU para buscar una solución a este tema, que ha "evolucionado" desde la promesa hecha por Clinton, aunque no tanto como para poder anunciar una solución definitiva, han informado a Europa Press fuentes diplomáticas.
Lo cierto es que EEUU sigue sin comprometerse con una solución, escudándose en el hecho de que aún no se ha alcanzado un acuerdo entre los diferentes departamentos de la Administración estadounidense que estarían implicados en la operación de limpieza de Palomares.
Precedente
Tras estas dilaciones por parte de EEUU se esconde el temor a sentar un precedente si se compromete con la limpieza de Palomares que pudiera desencadenar un aluvión de reclamaciones similares a lo largo y ancho del planeta. Sin embargo, Palomares es un caso único en el sentido de que las bombas que cayeron -que no estallaron, aunque dos sí se fragmentaron y ardieron, liberando plutonio- lo hicieron sobre una población habitada, y no en desiertos o en alta mar donde EEUU realiza prácticas militares. EEUU tendría también un problema de opinión pública en los Estados donde eventualmente decidiera enterrar la tierra contaminada, con unos ciudadanos reacios a acoger más basura radiactiva.
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