Prueba del Mazda CX-30 e-Skyactiv X: la revolución X

La marca nipona mejora su avanzado motor de gasolina que combina lo mejor de los bloques de gasolina y diésel para mejorar la oferta del que actualmente es su modelo más vendido: el CX-30 que nosotros analizamos aquí en profundidad

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Los SUV han sufrido una total y absoluta transformación, sobre todo desde que BMW decidiera introducir a finales de la primera década de este siglo el X6, con una silueta de corte coupé que ahora es una de las más demandadas por los usuarios. Mazda no ha sido ajena a dicha popularización y en 2019 lanzó el CX-30, con un concepto de crossover deportivo más estilizado a lo que estábamos acostumbrados y que en este tiempo se ha convertido en uno de los activos más importantes de la firma en España, como bien demuestran las 4.143 matriculaciones que consiguió en 2022 colocándole como su best-seller.

Un coche que no ha variado su silueta en estos cuatro años (está a punto de recibir una actualización) midiendo 4,39 metros de largo por 1,79 de ancho y 1,54 de alto y que atrae a todo aquel que lo ve a simple vista, sobre todo con el característico color Soul Red de Mazda para su carrocería. Entre sus detalles más destacados está el afilado frontal con una calandra en forma de ala cromada secundada por unos elegantes faros con tecnología LED adaptativa presentes en el acabado más alto. Pero sin duda la zona más representativa del modelo es la redondeada zaga a la que se llega mediante una ligera caída del techo que le dota de ese carácter deportivo.

De puertas para dentro tenemos un puesto de conducción muy por encima de los SUV-C compactos generalistas pues Mazda, en su carrera de ser una marca premium, consigue estar más cerca de estos últimos. Así lo demuestra con una elección de materiales cuidada y con un tacto general muy notable. La ergonomía también es un punto favorable, sobre todo en las butacas delanteras donde los asientos recogen perfectamente mientras que la disposición de los mandos está pensada para que el conductor se distraiga lo menos posible.

"En términos de calidad y presencia, Mazda ha conseguido estar más cerca de las firmas premium que de las generalistas"

Sin embargo, en este sentido, toda la información del CX-30 se maneja a través de una pantalla panorámica de 8,8” que está ligeramente oculta en el salpicadero y cuyo funcionamiento se realiza a través de un mando giratorio colocado en el túnel central. Una solución que muchos verán como anticuada pero que en realidad aumenta la seguridad mientras conducimos pues no tenemos que perdernos en innumerables menús. Por cierto, la función táctil funciona (aunque está algo a desmano) pero solo cuando el coche está parado. Entre algunos de los elementos que sobresalen en los acabados más altos están el Head Up Display, la conectividad Android Auto, Apple Car Play y equipo de sonido firmado por BOSE.

Donde el CX-30 quizá no destaca tanto respecto a la competencia es en la habitabilidad. Ojo, ofrece un hueco correcto para la cabeza pese a esa caída del techo pero en las rodillas, aunque es capaz de acomodar a personas de 1,80 metros, la sensación es de espacio es más contenida que en otros rivales. El maletero, por su parte, cubica 430 litros que sin llegar a ser un mal dato sí está un pelín por debajo de la media de modelos que rozan los 4,50 metros.

Revolución mecánica

Entramos ya de lleno en el apartado más importante de este CX-30 en particular y de Mazda, en general: el motor. Porque desde hace tiempo la firma japonesa ha labrado su propio camino con el lanzamiento de bloques que no suelen seguir la corriente impuesta en el sector. Uno de los grandes representantes es, sin duda, el e-Skyactiv X que anima a nuestro CX-30. Un motor de gasolina (hasta ahí todo bien) que incluye la tecnología de encendido por compresión controlado por chispa (SPCCI), típica de los diésel con el encendido por bujía convencional de los gasolina. Emplea una bujía para iniciar ambos tipos de combustión de diferentes formas con la peculiaridad que en el 90% de las situaciones de conducción está funcionando el SPCCI, únicamente no lo hace en condiciones desfavorables como en arranques en frío, las fases iniciales de calentamiento y las cargas muy altas.

Todo ello lo acaba convirtiendo en un propulsor único en la industria ya que recibe los beneficios  de ambos combustibles. Además, Mazda realizó ciertas mejoras en el bloque (de ahí el rebautizo como e-Skyactive X) que se han centrado en ofrecer una menor relación de compresión (pasa de 16.3:1 a 15.0:1) para así trabajar con una mezcla más pobre de gasolina y más aire. Otras modificaciones se centran en la mejora del control de combustión, el rediseño de los pistones y la actualización del software de hibridación Mazda M Hybrid. Porque sí, como ocurría cuando fue lanzado, este bloque está dotado de un **sistema de hibridación ligera **con un generador reversible y una batería de 24 voltios lo que en nuestro país le vale para lucir la etiqueta medioambiental ECO de la DGT. Con todo, se consigue un rango de funcionamiento más eficiente así como una mayor estabilidad en el encendido.

Así va el CX-30 e-Skyactiv X

A todo ello se suma una mejora en las cifras de potencia y de par pues ahora declara 186 CV a 6.000 rpm (6 CV más que antes) y 240 Nm cuando el motor gira a 4.000 vueltas, consiguiendo además rebajar el consumo medio en 0,5 l/100 km homologando así 5,7 l/100 km. Cualidades que se demuestran en marcha pues el motor se nota más vivo en la zona media baja pero como buen motor atmosférico no será hasta que llegue a las 4.000 rpm cuando el conductor note que empuja de verdad. En plena era turbo y, sobre todo, electrificada con motores que consiguen un excelente rendimiento prácticamente en todo el rango de giro, que este e-Skyactiv X se muestre tan remolón en ciertas fases puede llegar a chirriar.

Si nos centramos en el consumo, pasa algo similar. Si bien en la pantalla central podemos ir viendo cómo funciona toda la tecnología que rodea al bloque así como el momento en el que el SPCCI entra en acción, la realidad que le interesa al conductor es el dato de consumo. Y por mucho que Mazda asegure que ha rebajado en ese medio litro lo cierto es que nos quedamos con lo obtenido en esta prueba, que ha sido movernos en el entorno de los 7,5 l/100 km. Siendo justos a priori puede parecer excesivo, más aún con los tiempos que corren de gastos bajos, pero también hay que tener en cuenta que hablamos de casi 190 CV de potencia por lo que Mazda parece que ha conseguido su objetivo de eficiencia.

En definitiva

Lo que es innegable es la suavidad y calidad de rodadura del CX-30 en general más allá de que en muchas ocasiones demandemos algo más de empuje. Otro punto superior a la media de rivales, el tacto  general de conducción, desde una caja de cambios de seis relaciones rápida y precisa hasta una puesta a punto del chasis que tiene ese perfecto equilibrio entre confort y deportividad. En línea recta es casi tan confortable como el Mazda6 (su berlina de referencia) mientras que en zonas reviradas se asemeja a un MX-5, llegando a ser uno de los crossover compactos más divertidos de conducir. Además, no necesita hacer uso de modos de conducción ni elementos adicionales para brindarnos una experiencia de lo más satisfactoria.  La pena, repetimos es que el motor no llegue a acompañar del todo en ciertos momentos.

Con todo, el Mazda CX-30 asociado a este motor e-Skyactiv X acaba siendo un producto más que interesante, sobre todo si eres capaz de entender toda la tecnología que le rodea. En caso afirmativo, comprenderás entonces que los 33.686 euros que la marca pide por él llegan a cuadrar. Más aún si tenemos en cuenta que se asocia a los niveles de equipamiento más altos, Evolution, Homura (el de esta prueba que cuesta 34.386 euros) y Zenith, que apenas hay opciones extra más allá de la pintura y que su posicionamiento está más cerca de los premium que de los generalistas.

Galería de imágenes del Mazda CX-30 e-Skyacriv X

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