Renovables

Solo cuatro empresas españolas entre las 200 compañías más 'limpias' del planeta

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A menudo se dice que invertir con un ojo puesto en la sostenibilidad reducirá automáticamente los beneficios, a pesar de que hay una creciente evidencia de que esto ya no es cierto. Y se puede comprobar observando el último ranking de Clean 200, una lista de las 200 compañías más grandes del mundo que cotizan en bolsa y que obtienen importantes ingresos por el negocio de las energías limpias. En un año y medio, hasta septiembre de 2017, las compañías Clean 200 aumentaron sus beneficios totales en un 32,1%, casi el doble del 15,7% respecto al índice de referencia de combustibles fósiles, el Índice Global de Energía S&P 1200.

Los mayores contribuyentes fueron las empresas del sector de la eficiencia energética, según la ONG As You Sow y la consultora de investigación Corporate Knights, encargada de realizar el ranking.

"El mercado continúa demostrando que la nueva economía energética no es solo un sector en crecimiento, sino que continúa superando a las compañías que basan su negocio en combustibles fósiles", ha dicho Andrew Behar, CEO de As You Sow y coautor del informe, "estamos viviendo la 'Gran Transición' a medida que los flujos de capital impulsan el camino hacia la prevención de la catástrofe climática".

Las diez compañías más importantes del índice son todas conocidas: Siemens, Toyota Motor Corp, Schneider Electric, ABB, Panasonic, Vestas Wind Systems, Bombardier, Innogy, SSE Plc y Emerson Electric Co. En total, en el ranking hay compañías de 29 países, con una capitalización media de 9.400 millones de dólares y que genera más de 363.000 millones en ingresos anuales por la generación de energía renovable.

Más de un tercio de las compañías (68) en la lista provenían de China, casi el doble del segundo país en número de compañías, EEUU, que cuenta con 35. El resto de los diez primeros países provienen de Japón (21), Alemania ( 9), Corea del Sur (7), India (7), Suecia (5), Canadá (5) y empatados Dinamarca, Reino Unido, Irlanda y España con cuatro empresas cada uno.

En el caso de España esas compañías son: Gamesa (ahora Siemens Gamesa) en el puesto 20, Atlantica Yield (en el puesto 96, y aunque su sede está en Reino Unido, todavía la controla la sevillana Abengoa), Sacyr (puesto 103) y EDP Renovaveis (puesto 55) cuya matriz es la eléctrica portuguesa EDP pero tiene su sede en Madrid.

"Desde que se lanzó nuestro primer informe en el verano de 2016, ha cambiado mucho el mundo. Los principales inversores de todo el mundo se han unido para girar de los combustibles fósiles hacia la energía limpia y los grandes fabricantes de automóviles están en plena carrera hacia un futuro libre de fósiles", dice el informe, "mientras que algunos temían que el cambio en el clima político en los Estados Unidos sería un mal augurio para la energía limpia a expensas de los combustibles fósiles, sucedió lo contrario. Después de cierta incertidumbre inicial en el mercado después de las elecciones presidenciales del año pasado, las acciones de Clean200 han superado espectacularmente los beneficios de las compañías de combustibles fósiles, duplicándolos".

En parte, esto se debe a que ha habido una transformación en la actitud de los inversores. El Banco Mundial se ha comprometido a dejar de prestar su dinero a proyectos de petróleo y gas en el mundo a partir de 2019, mientras que el mayor fondo de riqueza soberana del mundo (el Fondo Noruego de Pensiones, el GPFN), ha recomendado excluir las reservas de petróleo de su cartera para reducir los riesgos. También Swiss Re, la segunda mayor aseguradora del mundo, ha cambiado toda su cartera de activos líquidos, unos 130.000 millones de dólares, a índices éticos alineados con la energía baja en carbono.

Y esto solo es un suma y sigue. Blackrock y Vanguard, los dos mayores administradores de activos, han respaldado las decisiones de sus accionistas que piden a ExxonMobil y a Occidental Petroleum que incorporen una planificación de escenarios donde se contemplen medidas para luchar contra el cambio climático. Un número cada vez mayor de inversores está empezando a implementar las recomendaciones del Taskforce on Climate-Related Financial Disclosures para conocer cuál es el efecto del cambio climático en sus carteras.

Existe una creciente conciencia de que los impactos físicos del cambio climático y una regulación más estricta para hacerle frente podrían llevar a que los activos de combustibles fósiles se estanquen y no puedan conseguir el retorno esperado de sus inversiones. Al mismo tiempo, las oportunidades de la transición hacia una economía baja en carbono están comenzando a ser más evidentes, incluso John Doerr, dueño de una de las mayores compañías de capital riesgo del mundo, Kleiner Perkins, ha llamado a esta revolucionaria conversión "la mayor oportunidad económica del siglo XXI".

Pero no hay que engañarse. El capital no se mueve por motivos ecologistas o ambientalistas. Los principales índices de inversión han reducido a la mitad su exposición a las compañías de combustibles fósiles que hace cinco años, "no debido a una decisión activa de desinvertir, sino porque la extracción de reservas de combustibles fósiles se han retrasado mientras que otros sectores han tenido retornos mucho más productivos", dice el informe. Y encima esta tendencia solo se acelerará, porque todos los principales fabricantes de motores están comprometidos con un futuro de vehículos eléctricos, y porque el 70% de la nueva capacidad mundial de energía que se agregará hasta el 2030 será renovable, según Bloomberg New Energy Finance.

Para ser seleccionado por el Clean 200, una empresa debe tener una capitalización bursátil superior a 1.000 millones de dólares y obtener más del 10% de los ingresos totales De Fuentes renovables. Todas las compañías de petróleo, gas y electricidad que generan menos del 50% de su energía de fuentes verdes están excluidas, así como las 100 principales compañías de carbón medidas por reservas, los 100 principales productores de armas, así como los rezagados en la deforestación tropical, o que utilizan niños, trabajos forzosos o empresas que participan en lobbies que luchan por desacreditar la existencia del cambio climático.

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