El Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC), la organización internacional que analiza los riesgos de la subida de la temperatura del planeta, está alarmado por el insuficiente esfuerzo que se está haciendo para evitar un aumento por encima de 1,5ºC. Su prioridad por tanto es la reducción drástica de las emisiones de CO2 así como del resto de gases de efecto invernadero, y una de las tecnologías que podrían ayudar es la energía nuclear.
Precisamente por ello, Foro Nuclear ha organizado una Jornada con la vicepresidenta del IPCC, Thelma Krug, para destacar las bondades de esta energía en la lucha contra el cambio climático. "El gran reto es convencer a la sociedad de que la energía nuclear contribuirá a la reducción del CO2 igual que otras tecnologías, pero la principal barrera de esta energía es su rechazo social y cultural".
Por eso, "uno de los mensajes clave del último informe es que todo calentamiento, por pequeño que sea, importa, y que existen diferencias significativas entre un mundo con un aumento de temperatura de 1,5 °C y uno con un aumento de 2 °C", ha dicho y estabilizar el calentamiento global en 1,5 °C, añade, "requiere un balance cero de emisiones de CO2 a mediados de este siglo, así como un descenso de otras emisiones humanas que no son CO2".
En su opinión, y siempre basándose en el último informe del IPCC, Krug ha confirmado que "todas las fuentes energéticas primarias con bajas emisiones -incluyendo las renovables, la nuclear y los combustibles fósiles con captura y almacenamiento de carbono- tienen un papel importante", aunque en este caso ha hecho una excepción, esta tecnología tiene algunos 'peros' como "por ejemplo que se tiene que guardar bajo tierra, en almacenes subterráneos marinos o convertirlos en otros productos, lo que significa que ese CO2 deberá albergarse durante cientos de años, ¿y si hay una fuga? Los peligros potenciales son enormes".
También ha criticado el transporte del CO2, "tiene un alto riesgo y es costoso para llevarlo a los almacenes. Además, el sector petrolífero está impulsando esta tecnología para poder utilizar sus activos mientras se va retirando el petróleo del mercado mundial".
"Comparar entre nuclear y almacenamiento y captura de CO2 es como comparar una desgracia con otra, cualitativa y cuantitativamente", opina José Luis García Ortega, responsable de la campaña de Energía de Greenpeace, "guardar las consecuencias del modo de actuar de nuestra sociedad actual, ya sea CO2 o residuos radiactivos, y dejarlas para que las encuentren las generaciones futuras no es la solcuión".
Según García Ortega, hablar de residuos radiactivos es hacerlo a una escala inconmensurable. "Por ejemplo, solo cada partícula de Plutonio tiene una vida radiactiva media de más de 250.000 años (es decir, que si utilizamos la medida mirando al pasado, estaríamos hablando de una era anterior a la vida humana en la Tierra), y esto significa que hasta esa fecha no deja de ser potencialmente peligroso. Eso sin contar con que muchos de los elementos denominados residuos radiactivos ni siquiera existen en la naturaleza".
En el caso del CO2, "el problema es la liberalización repentina, aunque antes que eso, hablar del almacenamiento y captura de CO2 es hablar de una quimera, se sabe cómo capturarlo pero no cómo retenerlo, o cómo transportarlo además de no tener ni siquiera viabilidad técnica. Pese a todo, y hablando en conjeturas, el problema de acumular una emisión masiva de CO2 por una fuga es que se pega un salto en la acumulación atmosférica, que ya está al borde del límite".
En opinión del experto ambientalista, "no confundamos lo que Thelma Krug, etiquetada como pronuclear, diga en su nombre como lo que haga en nombre del IPCC, porque de esta organización hablan sus informes y precisamente estos no tienen ningún sesgo y por tanto ninguna capacidad de controlar lo que digan los distintos miembros de la organización".
Pese a que Krug señaló a la energía nuclear como fuente con bajas emisiones de carbono y que se necesita un aumento significativo de la contribución de la energía nuclear para luchar contra el calentamiento global, en una reunión posterior con la prensa aclaró que "no hay ninguna tecnología que no tenga riesgos, todas tienen su papel pero el futuro demanda una contribución creciente de fuentes que tengan una baja intensidad de emisiones de carbono".
Respecto a los residuos radiactivos, ha dicho que "se está trabajando muchísimo en reducirlos por MWh producido pero aún así la ventaja es que son muy concentrados así como las emisiones de gases".
Foro Nuclear por su parte ha recordado que las emisiones medias del ciclo de vida de una central nuclear son de 12 g CO2/kWh, similares a las de la energía eólica e inferiores a las de otras tecnologías renovables. La nuclear, ha recordado su presidente Ignacio Araluce, "lidera la producción eléctrica en nuestro país, al producir más del 20% de la electricidad consumida. Es, además, la que más emisiones evita, tras generar cerca del 35% de la electricidad libre de CO~2~ durante el pasado año". Unos datos que, para el presidente de Foro Nuclear, "reflejan la importancia y la necesidad de la energía nuclear en la transición energética hacia una economía descarbonizada".
Juan Vernieri
13/04/2019