Los ministros de Energía de la Unión Europea han dado este lunes luz verde definitiva a la prohibición de vender vehículos con motores de combustión, incluidos los de diésel, gasolina e híbridos, de aquí a 2035 después de que Alemania haya accedido a levantar su veto tras forzar un acuerdo con la Comisión Europea para aclarar el encaje que tendrán a partir de esa fecha los combustibles sintéticos.
Los Veintisiete ya decidieron este lunes, en una reunión a nivel de embajadores, incluir como punto sin discusión el acuerdo en el orden del día del Consejo de ministros de Energía de este martes, que finalmente han formalizado.
El fin de los motores de combustión fue el primer dossier del paquete climático que los 27 y el Parlamento Europeo lograron acordar en negociaciones que concluyeron en octubre de 2022 y que el pasado febrero recibieron el aval del pleno de la Eurocámara, quedando pendiente únicamente el último visto bueno formal por parte de las capitales.
El acuerdo ha contado con el respaldo de Alemania, pero ha sido rechazado por Polonia, además de la abstención de Bulgaria e Italia --que reclamaba también una excepción de la norma a los biocombustibles--, si bien con el cambio de Berlín este grupo de países ha dejado de tener peso suficiente para bloquear el acuerdo.
El fin de los motores de combustión
Durante la sesión pública de la reunión, Italia ha pedido que los biocarburantes también puedan incluirse, al igual que ha logrado Alemania con los sintéticos, en la categoría de combustibles neutros, a fin de contribuir a la descarbonización progresiva del sector.
El compromiso se ha materializado semanas después de que las reservas de Alemania se sumaran a las de Italia y obligaran a aplazar la votación sin nueva fecha, hasta que este pasado sábado el vicepresidente para el Pacto Verde Europeo, Frans Timmermans, anunció un acuerdo con Berlín para el levantamiento de su veto.
Las dudas de último momento de ambas delegaciones generaron inquietud en las instituciones dado que podían poner en riesgo la adopción de la una norma que forma parte del paquete climático que la UE quiere impulsar esta legislatura para reducir, al menos, en un 55% las emisiones contaminantes del bloque en el horizonte de 2030 respecto a las de 1990.
La medida ya se aprobó en el pleno del Parlamento Europeo del pasado 14 de febrero, pero fue en las negociaciones a nivel de Estados miembro donde Alemania mostró sus reticencias sobre un acuerdo entre instituciones que ya se acordó el pasado otoño.
Desde la Comisión Europea defienden que este encaje de los combustibles sintéticos no afectará al acuerdo cerrado ya entre el Parlamento Europeo y los Veintisiete en cuanto a la prohibición de comercializar los vehículos de combustión en la UE a partir de 2035, mientras que fuentes diplomáticas subrayan que lo importante ahora es evitar que este tipo de maniobras "debiliten" el funcionamiento de las instituciones europeas, ya que esta es la "verdadera preocupación".
Este movimiento de última hora por parte de Berlín ha sido criticado también este martes en Bruselas por la vicepresidenta tercera ministra para la Transición Ecológica, Teresa Ribera, que ha incidido en que no ha sido "bueno" ni "agradable", por lo que espera que todos los Estados miembro hayan aprendido que esto no pueden sentar "un precedente que se utilice siempre", ya que podría significar "tiempos difíciles" para Europa.
"Todos queremos construir Europa y respuestas europeas en cualquier situación, pero en particular en esta crisis", ha apostillado la ministra.
galan
28/03/2023