Los vehículos eléctricos alcanzarán el 50% de las ventas totales entre China, Europa y Estados Unidos en 2030, según el informe de perspectivas de la Agencia Internacional de la Energía (AIE), presentado este viernes en Madrid en un acto organizado por el Club Español de la Energía. ¿Pero qué pasa con el resto de regiones? Y es que la realidad del vehículo eléctrico parece que se circunscribe única y exclusivamente a estos tres grandes territorios poniendo especial hincapié en el Viejo Continente, pues es la zona que más restricciones ha establecido a los motores de combustión hasta el punto de que en 2035 no se podrán vender a no ser que empleen e-fuels.
Este es el discurso que impera, igualmente, en la mayoría de fabricantes: “en Europa seremos totalmente eléctricos” llevan años anunciando la mayoría de los mismos. Pero aunque Europa, China y Estados Unidos rigen, en su gran mayoría, el destino del resto del mundo, la realidad es que hay 195 países reconocidos por la ONU a lo largo y ancho del planeta. De esos caso dos centenares, más de un 80% tienen acceso a un coche. ¿Serán eléctricos? La respuesta es clara: no.
Pagan el pato
Decimos esto porque en un mundo globalizado, los fabricantes de coches no piensan exclusivamente en estos tres territorios (que si bien son los que más ventas les proporcionan) sino que tienen intereses económicos en otras regiones del mundo en los que algunos, además, les va muy bien a nivel comercial y popular. El problema es que estos mismos países se puede acabar convirtiendo es ‘vertederos de la electrificación’.
Un término que suena exagerado quizá pero en zonas como Australia, Rusia, Turquía, Brasil, Sudáfrica o India, hablar de coches electrificados es casi una quimera. Así lo entienden igualmente los expertos de Carbon Tracker, quienes suman a esta lista a países como Tailandia, Indonesia o Malasia asegurando que no están haciendo esfuerzo alguno en abrazar una movilidad más limpia, donde los vehículos ya no eléctricos sino también electrificados, rueden por sus carreteras.
En dichas regiones hablar de infraestructura de carga, de kWh o de corriente alterna y continua, suena cuanto menos a broma. De hecho el informe de Carbon Tracker sugiere que los países que no tengan planes para poner fin a la venta de vehículos a gasolina no sólo no contribuirán a reducir el cambio climático o a limpiar su propio aire, sino que podrían quedar atrapados en un bucle que los perjudicará financieramente. África, por ejemplo, gasta 80 mil millones de dólares cada año en importar combustible, pero Carbon Tracker estima que África, Asia y América del Sur combinadas podrían ahorrar más de 100.000 millones de euros en importaciones de combustible y mejorar su balanza comercial si introdujeran políticas que promovieran la introducción de vehículos cero emisiones. Por eso, dicho informe recomienda a los gobiernos de esas regiones que hagan todo lo posible por acelerar el cambio de movilidad con las mismas armas que en Estados Unidos y, sobre todo Europa: introduciendo límites de emisiones más estrictos, limitando las importaciones de automóviles usados a vehículos relativamente nuevos, eliminando los aranceles a los vehículos eléctricos y promoviendo la fabricación local de automóviles eléctricos.
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