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VÍDEO| Prueba del Mercedes-Benz GLC 220d: la combinación ganadora

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Como bien sabes y si no ya te lo decimos nosotros, el diésel ha ido perdiendo peso en los últimos años hasta el punto de perder casi dos tercios de las ventas en nuestro país. Sin embargo, pese a estar fuertemente denostado por los principales gobiernos y con la confirmación de que en 2035 no se venderán más motores de combustión, al menos con combustibles convencionales, aún hay fabricantes que apuestan por él.

Fabricantes como Mercedes-Benz pues pese a estar metidos de lleno en la electrificación con su gama EQ, de la que aquí te hemos traído las pruebas del EQA y EQB así como la del EQE (prueba), todavía sigue mirando con buenos ojos al gasóleo. Así lo confirma con el modelo que tengo aquí a mi lado que no es otro que el nuevo GLC que en esta prueba de El Periódico de la Energía vamos a analizar en su versión 220d 4MATIC. Pero ojo, porque si te has fijado en el parabrisas, verás que luce el sello ECO y es que pese a ser un diésel tiene alma electrificada siendo para nosotros la combinación perfecta. ¿Quieres saber por qué? Vamos a descubrirlo.

Imagen continuista

Antes de entrar en materia vamos a desgranar un poco el diseño de esta nueva generación del GLC. Se trata de la segunda entrega del SUV alemán que, además, se ha convertido en el modelo más vendido de la marca de la estrella en los dos últimos años acumulando desde su llegada en 2015 nada menos 2,5 millones de unidades.

Para esta nueva generación los diseñadores germanos no se han rebanado demasiado los sesos pues a simple vista parece no haber cambiado mucho aunque sí es 6 cm más largo y 4 cm más bajo o que le permite cifrar unas cotas de 4,72 metros de longitud por 1,89 de anchura y 1,64 de altura. Como ocurría hasta ahora se puede elegir con carrocería SUV o con una Coupé de lateral más deportivo al tiempo que las líneas de acabado son las Avantgarde y la AMG que protagoniza estas líneas y que ofrece detalles específicos. En cuanto a los elementos estéticos más destacados que han cambiado en esta nueva generación están:

  • Los faros, con tecnología LED de serie en los delanteros o Digital Light opcional con la posibilidad de proyectar información en la carretera o de realizar animaciones muy chulas al encender o apagar.
  • La parrilla que se convierte en el nexo de unión entre los grupos ópticos delanteros ofreciendo un tramado diferente en función del acabado, con el patrón de estrella en este AMG Line.
  • Los paragolpes, más robustos y también con un diseño diferente en función de la línea
  • Las llantas, de 19 o 20 pulgadas con un sinfín de diseños a elegir, algunos tan tradicionales a la par que llamativos como las de nuestra unidad.
  • La zaga, con unos grupos ópticos más estilizados que, ojo, huye de la tira de LED que domina el mercado y optan por esta moldura que, en el caso de la línea AMG es en negro que acentúa la anchura del coche.  Por último, en esta zaga tampoco quería dejar pasar lo que ya se ha convertido en tónica: los escapes falsos.

Cargado de tecnología

Más atrevido que el exterior es, sin duda, el interior que sigue el diseño de los últimos productos eléctricos de Mercedes-Benz con una apariencia más moderna y digital. En este sentido destaca por un lado el cuadro de instrumentos digital de 12,3 pulgadas con un sinfín de pantallas informativas y la posibilidad de personalizarlas al gusto. Pero sin duda el foco principal de la mirada es el monitor central de 11,9 pulgadas dispuesta verticalmente y que se convierte en el cerebro de operaciones del coche suprimiendo los botones físicos casi por completo. El funcionamiento es rápido e intuitivo pero hace falta un periodo de adaptación para saber manejarla en marcha. Lógicamente el sistema MBUX ha evolucionado y ahora reconoce órdenes vocales más fluidas y naturales.

"El monitor central de 11,9 pulgadas dispuesta verticalmente se convierte en el cerebro de operaciones"

Si salir de ella, tenemos la tira de comandos físicos en los que destaca el lector de huella dactilar. Para finalizar con el tema de las pantallas, tenemos un Head-up display gigantesco que proyecta lo similar a una pantalla de 25 pulgadas ofreciendo una amplísima información. De la calidad no hay nada que objetar y este GLC cumple bastante bien con su condición Premium, más si sacas la chequera y empiezas a pedir opcionales. A destacar las innumerables tapicerías de cuero o las molduras decorativas. Lo que sí viene de serie es el sistema de iluminación ambiental con una opción dinámica que cambia de manera automática según circulamos.

En cuanto a la habitabilidad, el haber crecido 1,5 cm en su distancia entre ejes, hasta los 2,89 metros, le permite ofrecer una zona trasera amplia para personas hasta de 1,90 metros ya sea por hueco para las rodillas como para la cabeza. En lo que a confort se refiere tenemos climatizador independiente, salidas USB y respaldos reclinables hasta en 10º. Si hablamos del maletero este crece 50 litros respecto a su predecesor alcanzando ahora los 600 litros situándose por delante de sus principales rivales que se quedan en 550 litros a lo sumo. Además de este gran volumen ofrece unas formas regulares e incluso tenemos un doble fondo bastante práctico que, eso sí no está disponible en las versiones phev.

Electrificado por completo

Sí, porque este GLC es el más electrificado de la historia ya que no solo tiene alternativas híbridas enchufables sino también microhíbridas como precisamente esta que estamos conduciendo y que ya te hemos dicho que está asociada a un motor diésel. El sistema eléctrico tiene una batería de 48 voltios y un pequeño motor eléctrico de 23 CV que apoya al de combustión en algunas situaciones, pero también hace las veces de motor de arranque.

"En marcha es sencillo conseguir un consumo medio de 6,5 l/100 km lo que se convierte en una autonomía cercana a los 1.000 km"

Por su parte, el diésel es un 2.0 de cuatro cilindros que declara 197 CV y 440 Nm de par para conseguir un 0 a 100 km/h de 8 segundos y una punta de 219 km/h. Se le nota quizá en exceso sonoramente en algunas fases, sobre todo en aceleraciones, pero es un motor con mucha fuerza y empuje. Se combina de serie con una transmisión de automática con convertidor de par de 9 velocidades que trabaja con suavidad pero que no tiene un enfoque muy deportivo.

Gracias a esta combinación mecánica, el GLC consigue registrar un consumo medio más que sobresaliente con un gasto obtenido de 6,5 l/100 km que si bien está lejos de los 5,2 l/100 km sí nos permite homologar una autonomía que rondará los 1.000 km, una auténtica barbaridad y que me permite recordaros el BMW X1 (prueba) con el que casi logramos dicho rango.

Te será más fácil conseguirlo si tienes el modo ECO activado aunque también puedes elegir entre los Confort, Dynamic, Individual y off road. El comportamiento entre uno y otro varía mucho aunque el enfoque general del coche es el de ser un vehículo de corte familiar y no tan deportivo. No obstante, la estabilidad es altísima y las reacciones muy nobles y seguras. En este motor y acabado puedes montar sin coste la suspensión neumática Agility Control que aumenta considerablemente la versatilidad del coche.

Pero ojo, recuerdas que te he dicho off-road, pues es que este GLC puede ser un SUV premium al que le gusta bastante el campo. Sí, esta configuración no es la mejor y los 14,5 cm de altura libre tampoco son para echar cohetes pero gracias a esa suspensión neumática y al paquete técnico off-road puedes pasártelo muy bien por terrenos no asfaltados. Además, tiene una función que llama capó transparente con el que se nos ofrece una imagen detallada de lo que hay debajo del coche

En definitiva

Cuando algo funciona, mejor no cambiarlo demasiado, ¿verdad? Pues eso es lo que han hecho con este GLC que en esta segunda generación ha sabido mejorar los pocos puntos débiles que tenía su predecesor y con los que no solo se ha convertido, como te hemos dicho, en el modelo más vendido en los dos últimos años de Mercedes-Benz sino en el SUV medio premium más demandado de nuestro mercado, y con holgura.

Con esta segunda entrega lo que parece es que esa diferencia se va a incrementar, más aún con versiones como este diésel 220d con etiqueta ECO que consigue un consumo bastante exiguo y con el que poder recorrer casi 1.000 km sin parar. Además tenemos la polivalencia de tener alternativas phev con, ojo, más de 100 km de autonomía eléctrica. Dicho esto, para optar por este GLC tendrás que tener una cuenta corriente holgada porque si bien la versión de acceso arranca en los 60.000 euros, para este 220d ya tienes que pagar casi 63.000 euros. Lo bueno es que la línea exterior AMG no tiene sobreprecio pero eso no quiere decir que no tengas opciones. De hecho para calcar por esta unidad tendrás que gastarte otros 30.000 euros.

Galería de imágenes del Mercedes-Benz GLC 220d

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