Los vecinos del distrito Norte de Granada conviven desde hace años con reiterados cortes de electricidad, una falta de suministro ya judicializada y que combaten de manera conjunta administraciones, fuerzas de seguridad y Endesa sin que ni las acciones ni las inversiones luzcan.
En plena ola de frío o con los cuarenta grados a la sombra de un tórrido mes de agosto, en este 2020 o el pasado 2016, el distrito Norte de Granada convive con la constante de los apagones y la falta de electricidad que se ha convertido ya en el principal problema de esta capital andaluza.
Así lo ha definido al menos el Defensor de la Ciudadanía de Granada, Manuel Martín, que en cada memoria, en cada informe y con cada visita a los barrios del distrito recuerda que la falta de electricidad que afecta en mayor o menor medida a unos 25.000 vecinos "atenta contra derechos fundamentales".
"El problema es que han condenado a los vecinos que pagan la luz a vivir sin electricidad", ha explicado a Efe Martín, el mismo que el pasado octubre pasó una semana encerrado en una iglesia del centro, acompañado del cura Mario Picazo, de la parroquia de La Paz, en el distrito Norte, para exigir acciones reales.
Martín ha calificado los continuos apagones de "terrorismo social", el mismo por el que esta semana se han manifestado los vecinos, enlutados por una realidad que no deja ver la luz al final del túnel y que los tiene literalmente en vela.
Entre la vida y la muerte se sintió esta semana Pepa, una vecina de Norte de 97 años que sufrió una caída en su casa y que no pudo pedir socorro con su botón de teleasistencia por uno de esos cortes de suministro.
"Se cayó y estuvo pensando incluso que moría toda la noche, hasta que una trabajadora llegó a su casa sobre las diez y media de la mañana, y eso es atentar contra la salud, la dignidad y la vida de las personas", ha explicado Martín.
Para solventar las idas y venidas de la luz, el Ayuntamiento de Granada reactivó, hace más de cuatro años, una mesa por la zona Norte diseñada para solventar un problema que combina cortes de luz, viviendas sin contrato, enganches para el cultivo de marihuana y, sobre todo, vecinos con contrato que pagan por nada.
Esta plataforma, que se reunió por última vez hace unas semanas, suma los esfuerzos de administraciones, Endesa, fiscales y jueces y fuerzas de seguridad, una unión que no luce pese a las promesas, las inversiones y las nuevas infraestructuras.
Refuerzos para dar potencia eléctrica a un barrio como el que se materializa este lunes, momento en el que Endesa descargará la infraestructura para un nuevo transformador en la zona Norte, una maniobra técnica que requiere una grúa especial y que ejemplifica que se invierte, aunque ese impulso no llegue a todos los vecinos.
Fuentes de Endesa han explicado a Efe que actualmente está invirtiendo cerca de tres millones de euros en actuaciones en el barrio, cuantía que se suma a los 1,3 millones que en 2019 permitieron reducir en un 50 % las incidencias en el suministro eléctrico de los clientes.
A pesar de estas inversiones, y según la empresa suministradora de energía, el 72 % de la potencia la consumen suministros sin contrato en vigor relacionados principalmente con plantaciones de marihuana.
Este dato también ensombrece a un barrio que pide confrontar con el tráfico de droga pero que quiere la luz que pagan con cada recibo.
"Se trata de un problema cada vez más difícil, porque dejamos que se eche la culpa de todo a las plantaciones, que se ponga la droga como excusa, y eso no puede ser", ha sentenciado Martín.
Su "compinche" en el encierro para exigir soluciones, el párroco de La Paz, retó a Endesa a exponer con datos dónde están esos enganches y cuánta gente que paga se queda sin luz, un mensaje compartido por Martín, que ha pedido a la suministradora que diga si puede o no cumplir con lo que contratan sus vecinos.
Mientras, partidos como Podemos han llevado la penumbra de Norte a Europa para plantear una crisis humanitaria y los vecinos han llevado su crisis a los tribunales, un juicio sin fecha para dejar de estar siempre en vela.
Un reportaje de María Ruiz para la Agencia EFE.
MANUEL GARCÍA
17/02/2020