Este martes el día amanecía con la noticia sorprendente de la dimisión de Manuel Sánchez Ortega como consejero delegado de Abengoa. La causa esgrimida es que ha sido por motivos personales. Cuando no se dan más explicaciones de una decisión inesperada por el mercado, la rumorología no hace más que saltar y se llegan a oír cosas de todos los tipos y colores.
Abengoa ha dicho por activa y por pasiva que Sánchez Ortega se va por motivos personales, pero ¿cuáles? El mercado no ha aceptado con agrado la noticia e inmediatamente los inversores se han puesto a vender acciones. Ha llegado a caer un 3% y los títulos de Abengoa cerraron finalmente con una caída del 1,8%, el mayor descenso del Ibex 35.
Pero por qué el mercado se ha puesto nervioso. Una de las causas que ha generado la venta de acciones ha sido que Manuel Sánchez Ortega fue el responsable de la acusación que hubo en el otoño pasado de falsedad documental y de un posible engaño en las cuentas de la compañía, más concretamente sobre la deuda de la misma. Los fantasmas aparecieron, pero Abengoa supo dar la vuelta a la tortilla y en un ejercicio de transparencia mostró al mercado y a los inversores sus cuentas reales. Fue un problema a la hora de contabilizar unas partidas.
El caso es que la dimisión daba que pensar que Sánchez Ortega podría ser acusado judicialmente por haber sido el responsable directo de una fuerte caída del valor de las acciones y que por eso su salida de la compañía. Pero en la empresa lo negaban.
Otra teoría que ha rondado por el mercado es una posible enfermedad del consejero delegado que le obligaba a dimitir y a tener que reducir el tren de vida que conlleva ser el máximo ejecutivo de una compañía como Abengoa, cuyo horario no tiene descanso al estar presente en los cinco continentes.
Pero la verdad es que Sánchez Ortega se ha retirado porque cree que ya ha hecho su función y ha cumplido su objetivo de dejar Abengoa en el mejor sitio posible, según ha explicado en una entrevista a Expansión publicada este miércoles. En esa entrevista explica la verdadera causa, su familia. Poder dedicarle más tiempo a su familia y no hipotecarse la vida por una compañía. Una decisión, que en tiempos como los actuales no es muy frecuente y que dignifica a la persona y al directivo. No todo en la vida es empresa.
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