Incomprensible el acuerdo comercial alcanzado entre EEUU y la Unión Europea, para los intereses europeos. Además de incrementar los aranceles a muchos productos, Europa también ha decidido arrodillarse ante la Administración Trump y comprarle todos los combustibles fósiles posibles.
Según el acuerdo, Europa adquirirá 750.000 millones de dólares, al cambio unos 680.000 millones de euros en combustibles fósiles, petróleo y GNL, en los próximos tres años, durante el mandato del actual presidente Donald Trump.
Según los datos a los que ha tenido acceso El Periódico de la Energía, la UE importó 375.000 millones de euros en fósiles en 2024, la mayor parte (69%) correspondió a petróleo y un tercio aproximadamente a gas natural.
De ellos, las importaciones totales de la UE procedentes de EEUU ascendieron a 65.000 millones de dólares en 2024. Ahora se pretende que sean 250.000 millones de dólares anuales, casi multiplicar por cuatro lo que se adquirió en 2024. ¿Es esto normal? ¿Será posible?
Es prácticamente imposible
Todo indica que no, a no ser que Europa rompa definitivamente con el petróleo y GNL ruso, pero incluso con ello, ni EEUU tiene la capacidad para exportar toda esa cantidad de petróleo y gas a Europa.
Por ejemplo, las grandes necesidades europeas van a pasar por el gas. Alemania se ha abrazado al gas para tratar de abandonar el carbón. Lo ha querido vestir como inversiones para hidrógeno verde, pero las caretas ya están fuera.
Se van a realizar inversiones milmillonarias para llenar el país de centrales de ciclo combinado en las que se quemará gas. Y además continuará con su estrategia de crecer en infraestructuras de GNL para poder recibirlo directamente en sus costas.
Otro dato. El mercado global de GNL tiene un valor aproximado de 200.000 millones de dólares a precios actuales. Por tanto, es muy difícil imaginar cómo las exportaciones de GNL de EEUU a la UE por sí solas podrían contribuir a que el comercio energético entre EEUU y Europa pase de 65.000 millones de dólares, a los 250.000 millones de dólares que pretenden al año. Es todo un disparate.
¿Adiós a la agenda verde?
Pero más allá de todo esto, ¿qué significa este acuerdo?
Por mucho que quiera uno esconderlo, Europa acaba de pegarse un tiro en el pie. Tras décadas inmiscuida en una política energética abrazada a una agenda verde, apostando por la descarbonización, ahora deja a medio mundo descolocado con la compra de tanto combustible fósil.
¿Dónde está el liderazgo europeo en la lucha contra el cambio climático? ¿Qué van a decirle a los ciudadanos europeos cuando comience la COP en el próximo otoño? ¿Que vamos a seguir apostando por la descarbonización?
La señal es muy clara. Europa acaba de decir al mundo que ya no es tan verde, que necesita gas, que necesita reindustrializarse. A lo mejor es necesario, pero que ya no vengan con más cuentos y sobre todo más impuestos para financiar la agenda verde. ¿De qué sirve tener un impuesto al CO2 (ETS) si luego nos dedicamos a quemarlo? Sorber y soplar a la vez no es bueno. Es momento de cartas fuera.
Muchas explicaciones tienen que dar Von der Leyen, Ribera y compañía para que los ciudadanos entiendan este movimiento que choca frontalmente con todas las políticas energéticas de las últimas tres décadas.
¿No se había quedado en que había que caminar hacia la independencia energética y así no depender de terceros? Pues Europa ha decidido dejar de depender de Putin para hacerlo de Trump. De Málaga a Malagón.
Oriol
29/07/2025