Inventados hace más de un siglo, los combustibles sintéticos han resucitado al calor de la transición ecológica para intentar descarbonizar sectores difíciles de electrificar como el transporte marítimo o la aviación.
Pero en las últimas fechas esa tecnología ha remontado también en el debate sobre la automoción de la mano de Alemania, que plantea los combustibles sintéticos como salvavidas de los coches con motor de combustión.
Berlín ha bloqueado la normativa estrella de la UE para vetar la venta de coches que emitan CO2 a partir de 2035, sin entrar en el tipo de motorización. Alemania exige más proyección explícita a los combustibles sintéticos o "e-fuels" y no sólo al motor eléctrico.
¿Qué son?
Un producto artificial similar a los combustibles fósiles pero en principio neutros en emisiones de CO2 porque liberan sólo el dióxido de carbono previamente empleado para producirlos, aunque sí emiten óxidos de nitrógeno o partículas.
¿Son nuevos?
Se basan en un método patentado en 1913 por el Nobel de Química alemán Friedrich Bergius, cuya producción arrancó en 1919 usando carbón bituminoso.
Tuvieron cierta importancia para Alemania en la Segunda Guerra Mundial pero "no alcanzaron el éxito esperado" y hacia 1939 Adolf Hitler producía "tan sólo el 18 % del petróleo sintético que necesitaba para la guerra", señala el historiador Álvaro Lozano en su libro "La Alemania Nazi".
"Permitió ofrecer una alternativa al petróleo, un recurso del cual Alemania apenas sí disponía de reservas propias (a diferencia de lo que ocurría con el carbón). De esta forma, la máquina de guerra nazi pudo operar durante cerca de seis años, sorteando los límites que imponía la geografía", explica a EFE el experto en historia contemporánea Manuel de Moya Martínez.
Se siguieron investigando y fabricando en distintos países en décadas posteriores sin que su producción llegara nunca a despegar, hasta que han vuelto a cobrar protagonismo con la transición hacia una economía sin CO2.
¿Cómo se hacen?
Como materias primas, se necesitan agua y carbono. Mediante la electrólisis y empleando gran cantidad de electricidad se descompone el agua (H2O) en hidrógeno "verde" y oxígeno, mientras que el carbono se puede obtener capturando el CO2 que ya ha sido emitido o recuperándolo de la biomasa.
A esa molécula hay que quitarle un átomo de oxígeno para obtener monóxido de carbono (CO). Después, este se asocia con el hidrógeno y se consigue una estructura molecular similar a la del petróleo crudo, que a continuación se refina para obtener un combustible apto para un motor de combustión.
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