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Hasta hace unos años la cuestión energética se trataba principalmente desde la perspectiva del cambio climático y la reducción de la contaminación con el objetivo de establecer una transición desde un modelo basado en la explotación de combustibles fósiles a un escenario 100% libre de emisiones de gases de efecto invernadero, fundamentado en principalmente fuentes de energía renovables.

Sin embargo, actualmente la cuestión energética ha cobrado incluso más relevancia fomentada por otros factores, impensables hace apenas 4 años. La garantía de suministro, el precio de la electricidad y de los combustibles, la disponibilidad de estos y la dependencia de países terceros han irrumpido en el debate público con fuerza. Todo ello debido a una gran variedad de factores de carácter geopolítico que produjeron una tensión en los mercados que resultó en una crisis energética con los precios de la electricidad y el gas natural en máximos históricos.

En este contexto, las energías renovables, la electrificación, la eficiencia energética y la reducción del consumo energético se postulan como los cuatro pilares fundamentales para enfrentar todos estos retos.

Las comunidades energéticas y su valor añadido

Las energías renovables plantean un nuevo paradigma energético en cuanto a la producción de electricidad en muchos aspectos. Se pasa de modelos centralizados, con una cantidad reducida de grandes generadores, a modelos distribuidos con una gran cantidad de pequeños productores conectados a la red. El autoconsumo fotovoltaico es el pilar fundamental de este modelo distribuido especialmente en países del sur de Europa como España. Los recursos energéticos distribuidos se caracterizan por ser generalmente de dimensiones reducidas, localizadas en entornos urbanos y cuyos propietarios suelen ser ciudadanos o PYMES.

Con este aumento del autoconsumo surge la oportunidad de agrupar e involucrar a la ciudadanía en la producción de energías renovables. De este modo, nace un nuevo modelo de organización conocido como Comunidades Energéticas, donde se fomenta la participación y la agrupación de vecinos para invertir en instalaciones renovables y así compartir la energía que se produce junto con los beneficios que se generan.

Las Comunidades Energéticas se basan en la participación abierta y voluntaria de vecinos o PYMES de un mismo municipio para agruparse y compartir instalaciones de energía renovable. Mediante esta agrupación, se facilita la participación en los diversos mercados energéticos, al agrupar un número de instalaciones pequeñas para formar una de mayor tamaño. De este modo, se alcanza el objetivo principal propuesto por la Unión Europea, facilitando el acceso de ciudadanos a los mercados eléctricos y así poder obtener mayores ahorros en sus instalaciones renovables.

Recursos distribuidos

Sin embargo, hay que mencionar que la integración de todos estos recursos renovables también presenta nuevos desafíos. Es necesario garantizar la estabilidad de la red, equilibrando la oferta y demanda de energía en todo momento, lo cual resulta más complejo cuando se tienen muchos recursos distribuidos con una producción variable. Para poder solventar estos retos, las Comunidades Energéticas permiten agrupar diversas instalaciones renovables de proximidad y gestionarlas de una manera centralizada, garantizando los beneficios de los vecinos a la vez que se asegura la robustez del sistema eléctrico

La aparición de este nuevo modelo de organización ha traído consigo numerosos beneficios para los integrantes de , así como para la ciudadanía en general. El impulso a estas comunidades es un empujón a la energía renovable distribuida, de modo que se contribuye a reducir los gases de efecto invernadero y evitar las pérdidas que se producen en la red, al acercar los puntos de generación con los consumos. Como se ha mencionado anteriormente, la formación de Comunidades Energéticas potencia la participación ciudadana en los mercados y los involucra en el proceso de transición. De este modo, la pertenencia a una comunidad de este tipo conciencia a los asociados sobre sus usos energéticos, aumentando la eficiencia energética de sus viviendas y, por lo tanto, del conjunto de la comunidad.

Por otro lado, mediante una comunidad energética se permite compartir con los vecinos asociados los beneficios de instalaciones renovables: abaratamiento de la factura eléctrica, producción energética limpia, bonificaciones y exenciones fiscales, etc. Esto es especialmente relevante para vecinos que no dispongan de un tejado propio donde instalar sus propias placas fotovoltaicas.

Herramientas para las comunidades energéticas

Son muchos los colectivos que quieren crear su propia Comunidad Energética. En el Instituto Tecnológico de la Energía (ITE) nuestros investigadores han desarrollado algoritmos de predicción aplicados a generación y demanda, y de optimización que sirven para determinar los momentos adecuados para cargar y descargar baterías.

Además de cálculos de coeficientes de cara al reparto económico entre los distintos participantes. El conjunto de estas herramientas nos ha permitido ofrecer a las comunidades un sistema integral de gestión energética donde los asociados y el gestor puedan visualizar indicadores, obtener recomendaciones y simular nuevos escenarios relacionados con los activos presentes o futuros de la comunidad.

Alejandro Belinchón es director área de redes eléctricas del futuro en ITE.

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