Las grandes eléctricas europeas aún no se han recuperado de la significativa disminución de su valor de mercado durante la crisis iniciada a principios de 2008. A pesar de que la situación, obviamente, ha cambiado, las dificultades a las que se enfrentan los grandes grupos eléctricos plantean interrogantes acerca de si las causas son temporales o estructurales, si reflejan fallos fundamentales en el diseño del mercado, la regulación y las estrategias corporativas, y cuáles son las perspectivas.
Si los problemas son estructurales, como se argumenta en el estudio “El efecto tijera” que acaba de publicar The Oxford Institute for Energy, las empresas pueden ser incapaces de afrontarlos o no estar dispuestas a financiar las inversiones necesarias para cumplir con la política energética de la Unión Europea (UE), cuyos tres grandes objetivos son la seguridad energética, la sostenibilidad ambiental y la eficiencia económica.
Este trabajo de investigación dirigido por David Robinson, miembro de The Oxford Institute for Energy y del consejo editorial de El Periódico de la Energía, sostiene que los problemas a los que se enfrentan las grandes eléctricas europeas reflejan un ‘efecto tijera ', que tiene dos interpretaciones. Por un lado, es un proceso dinámico mediante el cual ciertas fuentes de ingresos caen, mientras que los costos suben, recortando literalmente la rentabilidad en algunos mercados europeos y segmentos de negocio. La metáfora tijeras se extiende a una segunda interpretación: que la rentabilidad se ve lastrada tanto en el negocio de generación como en el de distribución.
Es de sobra conocido que los precios del mercado mayorista están bajando y los márgenes se estrechan para la generación de energía convencional. Esto se refleja en una creciente brecha entre los costes de la nueva capacidad de generación y los precios de la energía en el mercado mayorista; y claro, resulta desalentador que la inversión en generación no se vea recompensada mediante pagos al margen del mercado, como muchos de los ingresos adicionales que se obtienen en el mercado de la energía.
Pero lo que es menos conocido es que mientras que los precios mayoristas están cayendo, los precios finales de venta de la electricidad están aumentando. Pero esto plantea, o planteará, otro problema para las grandes eléctricas, ya que los precios finales más altos reflejan el aumento de los impuestos y los costes de las ayudas de las políticas de apoyo a la energía renovable y la cogeneración, que contribuyen a un exceso de la capacidad de generación y unos precios mayoristas más bajos. Los precios finales más altos también contribuyen a que los consumidores reduzcan la demanda y opten por generar su propia electricidad, la vendan a la red o incluso se desconecten por completo del sistema.
Demanda, renovables y autoconsumo
¿Cómo se explica el efecto tijera? En este trabajo se hace hincapié en los efectos externos procedentes de los cambios estructurales subyacentes y las políticas públicas. Según el estudio, hay tres tendencias estructurales que ayudan a explicar el ‘efecto tijera’: el estancamiento o caída de la demanda de electricidad; el aumento de la electricidad generada a partir de las fuentes renovables a expensas de la generación convencional mediante la utilización de combustibles fósiles, y la creciente importancia de los consumidores finales y la generación distribuida, como respuesta a la demanda y la autogeneración.
Por otra parte, los gobiernos han alentado estos cambios y, en algunos casos, los han iniciado. Esta intervención ha distorsionado los mercados de electricidad y generado unos mayores costes para el consumidor final, al menos a corto plazo. Sin embargo, también ha facilitado la entrada de nuevos agentes, en particular generadores renovables, y una mayor participación de los consumidores en los mercados de electricidad mediante la autogeneración y el autoconsumo. La combinación de estos cambios estructurales y la intervención de los gobiernos ayuda a explicar los problemas que ahora tienen que afrontar las grandes eléctricas del Viejo Continente.
¿Cuáles son las implicaciones? Aunque los cambios estructurales parecen, de momento, ser irreversibles, el futuro del sector todavía depende en gran medida de las decisiones de los gobiernos. El documento de The Oxford Institute of Energy sostiene que las regulaciones vigentes de la electricidad y el mercado eléctrico son insostenibles. Para hacer frente a esto, es necesario diferenciar las funciones respectivas del gobierno y de los mercados, y diseñar reglas y mercados para una modelo eléctrico descarbonizado y para la transición a este nuevo modelo.
Cuando los mercados tienen un papel que jugar, es esencial que se les deje jugarlo. La propuesta se basa en el espíritu original de la liberalización, perorefleja la importancia de la descarbonización y de los cambios tecnológicos que hacen que la participación más activa de los consumidores en los mercados de electricidad sea una realidad. Mientras que las grandes eléctricas tienen que replantearse la estrategia corporativa y regulatoria, su primera prioridad debe ser la de participar en el debate sobre el futuro papel de los mercados públicos y en competencia en un sector eléctrico descarbonizado en el que los consumidores tendrán un mayor protagonismo.
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