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Una senda que tiene que ser ambiciosa, pero flexible y realista, en cuyo recorrido el gas tiene mucho que aportar. Y no solo porque sea una energía de transición, sino porque es un acelerador del cambio, un combustible de y para la transformación.

Y todo ello gracias a una infraestructura ya creada y probada, con un sector gasista seguro, fiable y estable, tal y como prevén tanto la CNMC como el Ministerio, en total equilibrio financiero. Y es que el Ministerio para la Transición Ecológica pronostica en su memoria de su propuesta de orden un superávit de más de cinco millones de euros del sistema gasista para 2019. Y unos datos, que muestran el crecimiento del sector; se sigue aumentando en número de puntos de suministro: 340.000 nuevos puntos (desde 2013) y más de 150 nuevos municipios nuevos conectados a la red de distribución.

Por otro lado, recientemente la CNMC y la CRE hacían público un informe, según el cual consideraban no viable económicamente la tercera interconexión gasista entre España y Francia.

En su día, el Midcat entró en la lista de proyectos de interés común de la Unión Europea por considerar que España está posicionada como puerta de entrada de gas a Europa, y que con esta infraestructura, España podría aportar hasta un 10% del gas que actualmente proviene de Rusia, diversificando orígenes y aportando estabilidad en el tránsito.

Los reguladores dejan la puerta abierta para la construcción del Midcat en un futuro, si la situación económica y de demanda en ambos países ofreciese un coste beneficio claro y positivo. Desde el sector gasista nos posicionamos respetando las medidas de los reguladores, como siempre hemos hecho.

La seguridad de suministro del gas en España es muy elevada, dada la flexibilidad que nos da el GNL a partir de las 7 plantas de regasificación que tenemos en nuestras costas.

Y hablábamos del gas como acelerador del cambio por sus factores intrínsecos de energía limpia, ya que, gracias al gas, podemos introducir renovables, de forma rápida y masiva, en el sistema eléctrico; la sustitución de combustibles más contaminantes por gas en aplicaciones térmicas, reducirá las emisiones; la utilización del gas en el transporte marítimo y terrestre de larga distancia permitirá reducir las emisiones en transporte; la calidad del aire mejorará con el gas vehicular en la movilidad urbana. Y finalmente, la industria podrá seguir trabajando en procesos de alta demanda energética.

La búsqueda del consenso para alcanzar los objetivos de carbón neutro es tarea de todos. Y el gas natural y el gas renovable son palancas que refuerzan y apoyan la consecución de dichos objetivos para la lucha contra el cambio climático.

Marta Margarit es directora general de Sedigas.

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