Desde mediados de 2014 hasta finales de 2016 hemos vivido un periodo de precios bajos del petróleo resultado de un exceso de oferta, explicable en base a un espectacular aumento de la producción de petróleo no convencional en los EEUU y a la decisión tomada por la OPEP el 27 de noviembre de 2014 de no recortar su producción para impulsar los precios del alza.
El impacto de este prolongado periodo de bajos precios, los conflictos en diversos países productores y la vuelta de Irán a la arena internacional tras el levantamiento de las sanciones, han hecho de 2016 un año convulso en el mercado del petróleo.
Una agitación que culminaba el 30 de Noviembre, tras una reunión de la OPEP celebrada en Viena, con el anuncio de que la organización procedería (por primera vez desde 2008) a rebajar su producción. Pocos días después, el 10 de diciembre, en una reunión ministerial conjunta entre la OPEP y diversos productores ajenos al cartel, estos últimos decidían secundar y sumarse al mencionado recorte (algo que no sucedía desde 2001).
Según el “Acuerdo de Viena” la OPEP se compromete a retirar del mercado 1,2 millones de barriles diarios (mbd). Una decisión que debe hacerse efectiva a partir de enero de 2017 y mantenerse vigente por un periodo de seis meses, ampliable a otros seis meses (la oportunidad de esta prórroga será evaluada en una nueva reunión a celebrar el próximo mes mayo).
El peso del acuerdo, que supone situar la producción conjunta del grupo en torno a los 32,5 mbd, recaería esencialmente sobre Arabia Saudita, que se ha comprometido a retirar (en relación a su producción de Octubre de 2016, cifrada en 10,5 mbd) 486.000 barriles diarios (bd), mientras que Irak (con un recorte de 210.000 bd), la Unión de Emiratos Árabes (139.000 bd) y Kuwait (131.000 bd), correrían con la mayor parte del esfuerzo restante.
Otros miembros del cartel que también deberían rebajar su producción serían: Venezuela (95.000 bd), Angola (78.000 bd), Argelia (50.000 bd), Qatar (30.000 bd), Ecuador (26.000 bd) y Gabón (9.000 bd). Libia y Nigeria quedarían exentos del compromiso de reducción de producción, mientras que Irán podría aumentar la suya en unos 90.000 bd e Indonesia dejaba de nuevo en suspenso su pertenencia a la organización.
Como resultado de la reunión ministerial OPEP-no OPEP del 10 de diciembre, también celebrada en Viena, a los 1,2 mbd comentados hay que añadir otro recorte de 558.000 bd.
Esta cifra involucra a un grupo de once países productores no integrados en el cartel, entre los que destaca Rusia, que debe rebajar su producción en 300.000 bd, seguida por México (100.000 bd) y , a mucha más distancia, Omán (45.000 bd), Azerbaiyán (35.000 bd), Kazakstán (20.000 bd), Malasia (20.000 bd), Guinea Ecuatorial (12.000 bd), Bahréin (10.000 bd), Sudán del Sur (8.000 bd), Brunei (4.000 bd) y Sudán (4.000 bd).
De estas cifras se desprende con claridad que Moscú se convierte, junto a Arabia Saudita, en un actor clave en la futura evolución de la oferta y los precios del crudo
Tras dos intentos fallidos (Doha y Argel) la OPEP ha conseguido por fin en Viena cerrar un acuerdo para recortar su producción con el propósito de impulsar al alza el precio del crudo. La decisión supone un giro de 180º en la política iniciada por el cartel, más concretamente por Arabia Saudita, hace un par de años.
Una política que algunos han calificado de “experimento de libre mercado”. Al respecto basta recordar que en un informe del pasado mes de febrero (_Medium Term Oil Market Report) la Agencia Internacional de la Energía comentaba: “_quizás, en 2016, por primera vez desde los albores de la industria, estamos inmersos en un mercado del petróleo verdaderamente libre. En el mundo de hoy en día, si alguien puede extraer petróleo, lo vende en la máxima cantidad posible, sea cual sea el precio que pueda obtener….”.
Al parecer, pese a los intentos y planes de futuro para diversificar sus economías, “desenganchándolas” del petróleo, los países de la OPEP no han podido sobrellevar la caída de ingresos derivados de los bajos precios del crudo, con los desequilibrios presupuestarios, turbulencias sociopolíticas y riesgos geopolíticos que ello conlleva.
Quizás por ello, los líderes del grupo han decidido dar por terminada la guerra declarada a los productores de más alto coste, entre los que destacaban los de petróleo de fracking en EEUU. Lo malo para los intereses del cartel es que estos últimos, para capear la adversidad, han mejorado espectacularmente su eficiencia, de modo que con tan solo una ligera subida de precios los supervivientes entraran de nuevo y con más fuerza al mercado. Y esta vez de la mano de Donald Trump.
Así que ya lo ven, 2017 se presenta lleno de incógnitas a despejar: ¿se cumplirán los acuerdos de producción de Viena?, ¿conseguirán dichos acuerdos equilibrar oferta y demanda?, ¿cuándo sucederá esto y que papel jugaran los actuales inventarios?, ¿cómo evolucionaran los precios del petróleo?, ¿existe un tope marcado por la “resurrección” del petróleo de fracking en EEUU?, ¿se reactivara la inversión en exploración y producción, alejando los actuales temores de desabastecimiento del mercado a medio plazo?, ¿qué incidencia tendrá sobre el mercado del petróleo el advenimiento de la nueva Administración Trump?, ¿qué sorpresas nos deparará la geopolítica? Etc. Permanezcan atentos a la pantalla: ¡la emoción está asegurada!
Mariano Marzo es Catedrático de Recursos Energéticos en la Universidad de Barcelona y miembro del Consejo Editorial de El Periódico de la Energía.
Juan Pacheco
05/01/2017