La problemática relacionada con los incendios de coches eléctricos ha estado en el centro del debate público desde que comenzaron a popularizarse estos vehículos, tanto por la complejidad de controlar el fuego una vez iniciado, como por el temor alimentado desde los titulares mediáticos.
Aunque los datos demuestran que los vehículos eléctricosno arden más que los de combustión (incluso tienen menos probabilidades de incendio que los gasolina y diésel según los registros de distintos países y organismos), la imagen de una batería calcinada sigue generando inquietud entre consumidores y autoridades.
No hay más, pero son más notorios
Bomberos sofocando el fuego de un coche. DepositPhotos
Estadísticamente, estudios como el elaborado por AEDIVE revelan que la tasa de incendio en eléctricos es muy similar, o incluso inferior, que la de los vehículos más tradicionales. En Australia, por ejemplo, sólo el 0,0012% de los eléctricos se incendiaron entre 2010 y 2020, frente a un 0,1% en los de combustión, lo que muestra una probabilidad 83 veces menor en los eléctricos. En Polonia, el Servicio Estatal de Bomberos destaca que los incendios de eléctricos supusieron menos del 0,5% de los casos intervencionados durante el primer semestre de 2025, y que la tasa por cada 1.000 vehículos es idéntica si se compara eléctricos y combustión.
Pese a ello, los incendios de baterías de litio sí plantean desafíos técnicos propios de la propulsión eléctrica: una “fuga térmica” puede provocar fuegos de difícil extinción, que requieren métodos como mantas especiales, sumersión o largos tiempos de intervención para garantizar que el fuego no reaparezca. Es esta dificultad la que empuja a la industria a buscar soluciones innovadoras ante el auge de la electrificación global.
¿Revolución o locura?
La batería sale despedida varios metros. Weibo
China, el mercado más importante del mundo hoy por hoy en materia de coches eléctricos y epicentro de las últimas innovaciones, ha dado un giro radical con la propuesta de un sistema que expulsa la batería fuera del automóvil en caso de incendio. Presentado en septiembre durante una demostración técnica para expertos de la industria, el mecanismo equipa sensores térmicos capaces de detectar el inicio de un incidente en el pack y, en menos de un segundo, activa la expulsión del módulo, lanzándolo entre tres y seis metros fuera del coche; la intención, según sus desarrolladores, es clara: alejar el riesgo más letal (una explosión de la batería) de los ocupantes.
El vídeo del test, que evidentemente se ha hecho viral en las redes chinas, muestra una batería disparada violentamente desde el lateral del Chery iCar 03T, extendiendo una estela de humo antes de ser inmovilizada por los operarios con una manta ignífuga y una pila de almohadas.
La escena podría parecer un éxito si se ve desde el prisma de la protección de los viajeros, pero expertos y ciudadanos han advertido que el verdadero problema se traslada al entorno: una batería de varios cientos de kilos actuando como proyectil en plena vía, con un potencial destructivo enorme para otros vehículos, peatones, y el espacio urbano. Lo que algunos llaman “el airbag de batería” es, en la práctica, un peligro móvil que puede aumentar los daños colaterales y las víctimas en caso de emergencia, además de no solucionar el problema en casos de accidentes graves donde la deformación del chasis podría imposibilitar la expulsión.
Reacciones a la polémica
En la zona inferior se abren dos huecos para que salga la batería. Weibo
La polémica no tardó en trascender fronteras: aunque la prueba se organizó por el China Automotive Collision Repair & Technology Research Center, ni Chery (propietaria de la iCar) ni Joyson Group quisieron avalar oficialmente la iniciativa, desmarcándose de la idea en mensajes públicos. En foros internacionales y medios especializados, la crítica fue unánime. Más allá del espectáculo, se puso de manifiesto que la expulsión de baterías no representa una solución realista; por el contrario, es vista como una medida peligrosa que ignora la responsabilidad social y urbana que supone la electrificación masiva.
Fabricantes occidentales prefieren apostar por tecnologías menos radicales: sistemas de escape de gases de batería, blindajes reforzados, módulos estancos y algoritmos predictivos que activan protocolos de contención antes de llegar al colapso térmico. A lo largo de los años, el foco se ha desplazado hacia mejorar la seguridad pasiva, la gestión de la temperatura y el control inteligente del estado de cada celda.
Qué depara el futuro
La buena praxis de los ciudadanos es clave para evitar estas situaciones. DepositPhotos
El debate suscitado por China revela dos cosas: la urgencia real de soluciones disruptivas ante una problemática que irá a más con el aumento de la electrificación, y la importancia de que la innovación no comprometa la seguridad del conjunto de la sociedad. Tirar la batería fuera del coche puede parecer un atajo, pero en la práctica, no sólo no resuelve los desafíos del fuego eléctrico, sino que puede multiplicar sus consecuencias.
El reto sigue siendo el mismo: crear baterías más resistentes, una regulación estricta, y protocolos efectivos tanto para la protección de los ocupantes como del entorno. China ha hecho lo que mejor sabe: convertir un problema técnico en un espectáculo viral. Pero la seguridad, lejos de respuestas explosivas, exige reflexión, método y transparencia tecnológica. Además, es recomendable que los usuarios sigan buenas prácticas cotidianas como evitar la exposición continua de las baterías a altas temperaturas, mantener el sistema de recarga en óptimas condiciones y revisar los boletines de seguridad que publican los fabricantes periódicamente.
Los bomberos y cuerpos de protección civil, por su parte, ya están incorporando dispositivos como mantas ignífugas o tanques de inmersión específica para baterías de litio, así como manuales de actuación adaptados a la complejidad de estos fuegos. Es fundamental que las comunidades de vecinos y empresas con flotas eléctricas cuenten con protocolos claros, zonas de estacionamiento bien ventiladas y formación básica sobre cómo actuar en caso de humo o chispa inusual procedente del coche eléctrico.
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