El Gobierno nipón ha deposito un plan para el almacenamiento a largo plazo de residuos altamente radiactivos procedentes del accidente de Fukushima y de otras centrales del país, que contempla su ubicación en depósitos subterráneos en zonas costeras.
El Ejecutivo aspira a contar con el visto bueno de las autoridades locales que acogerían los depósitos tras "explicarles las ventajas técnicas y logísticas de cada zona" y "obtener la comprensión de los ciudadanos", ha dicho en rueda de prensa el ministro nipón de Economía, Comercio e Industria, Hiroshige Seko.
Sin embargo, este proceso se antoja difícil dadas las reticencias que han mostrado Gobiernos regionales y ciudadanos de áreas elegidas anteriormente para acoger depósitos temporales de residuos procedentes de Fukushima y con niveles medios o bajos de radiactividad.
El plan trazado por el Ejecutivo incluye las zonas del archipiélago nipón designadas como más favorables para acoger los depósitos radiactivos en función de sus condiciones geológicas.
Unas 900 localidades han sido identificadas como las más seguras para ubicar los depósitos, la mayoría de las cuales se ubican en la costa este de la isla principal de Honshu, incluyendo la región de Tohoku devastada por el terremoto y el tsunami de 2011, además de las islas de Shikoku y Hokkaido.
En cambio, las designadas como desfavorables son aquellas situadas cerca de fallas sísmicas y por tanto más propensas a terremotos, o aquellas con dificultades de acceso logístico.
La prefectura de Fukushima, por su parte, no ha sido contemplada como posible destino de los depósitos al encontrarse "todavía en proceso de reconstrucción" tras la catástrofe nuclear, según el documento publicado por el ministerio.
Los depósitos se ubicarán a unos 300 metros de profundidad y serán diseñados para durar en torno a 10.000 años, en línea con la larga vida de los isótopos radiactivos, según datos del ministerio, que baraja un presupuesto de unos 3,7 billones de yenes (28.457 millones de euros) para su construcción y mantenimiento.
El Ejecutivo prevé comenzar las discusiones con las autoridades regionales a partir de septiembre, aunque no planea que haya una decisión que permita comenzar las obras hasta dentro de dos décadas.
Japón no ha logrado hasta la fecha una solución definitiva para el almacenamiento a largo plazo de sus residuos altamente radiactivos.
A la dificultad técnica de este proceso se suma el hecho de haber sufrido la peor catástrofe atómica desde la de Chernóbil (Ucrania) en 1986, que ha incrementado la sensibilidad pública sobre los residuos radiactivos y que también presenta enormes retos y costes descomunales para Japón.
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