Petróleo & Gas

La demanda de GNL aumentará un 50% de aquí a 2040 en la transición hacia los combustibles limpios

China se posiciona como un motor clave de este crecimiento en la próxima década

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El último informe LNG Outlook 2024 de Shell proyecta que la demanda mundial de gas natural licuado (GNL) experimentará un aumento del 50% para el año 2040, reflejando una tendencia hacia combustibles más limpios en todo el mundo. Esta estimación no solo subraya el crecimiento continuo del GNL, sino que también resalta el papel crucial que desempeñará en la transición hacia una economía más verde.

Además, se anticipa que el punto máximo de la demanda global de gas natural será posterior a 2040, con un apetito incesante por el GNL especialmente en regiones como China y otros países asiáticos en desarrollo. Estas naciones están recurriendo al GNL como alternativa al carbón, reconocido por ser más contaminante, en un esfuerzo por reducir las emisiones y abrazar fuentes de energía más sostenibles.

Norteamérica, el nuevo paraíso del GNL
De los 21 contratos firmados, 16 corresponden a exportaciones desde EEUU, cuatro desde México y uno desde Canadá, según el informe de GlobalData.

El contexto geopolítico también ha contribuido a la importancia cada vez mayor del GNL. La disminución del suministro de gas ruso a Europa, como resultado de tensiones geopolíticas, ha llevado a un aumento en la demanda de GNL como sustituto, lo que subraya su papel en la seguridad energética regional.

Relevancia

Aunque las previsiones actuales, con cifras estimadas entre 625 y 685 millones de toneladas, muestran un crecimiento ligeramente más moderado en comparación con años anteriores —de entre 650 y 700 millones de toneladas—, las principales empresas energéticas siguen siendo optimistas sobre el aumento significativo en la demanda de GNL.

China se posiciona como un motor clave de este crecimiento en la próxima década, mientras que el sur y el sureste asiáticos se proyectan como los impulsores principales en los años venideros.

El proceso de licuefacción del gas natural, que lo convierte en GNL, implica enfriarlo a temperaturas extremadamente bajas de -162ºC. Esta técnica permite su transporte y almacenamiento de manera eficiente, lo que lo convierte en una opción atractiva para el suministro global de energía.

Sin embargo, a pesar de ser considerado más limpio que otros combustibles fósiles, el gas natural aún emite cantidades significativas de dióxido de carbono y metano cuando se quema. La reducción de estas emisiones se considera esencial en la lucha contra el cambio climático, con el metano identificado como un objetivo particularmente importante debido a su potencial de calentamiento global.

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