La nueva Administración estadounidense ha emprendido un aluvión de nuevas medidas políticas destinadas a impulsar la producción nacional de petróleo y gas, al tiempo que arroja dudas sobre el futuro del apoyo a largo plazo de las políticas públicas a las energías renovables y la electrificación. El espectro de las guerras comerciales se cierne sobre las cadenas de suministro de minerales críticos y componentes de las energías renovables.
La incertidumbre política es la nueva normalidad en el panorama energético estadounidense
El dominio energético del presidente Trump, las guerras comerciales que se avecinan y un auge de la IA están reconfigurando el futuro de los mercados eléctricos estadounidenses, según Wood Mackenzie

Entretanto, los cambios significativos en la dinámica de la oferta y la demanda contribuyen a la volatilidad de los precios. La demanda de electricidad de gran consumo para los centros de datos de inteligencia artificial (IA), la industria manufacturera de alto consumo energético y la minería de criptomonedas está en el punto de mira, a medida que se intensifica la competencia mundial de IA y la nueva administración intenta deslocalizar más producción estadounidense.
Además, los fenómenos meteorológicos extremos, como tormentas, heladas e incendios forestales, afectan cada vez más a los mercados energéticos desde el punto de vista de la oferta y la demanda. A medida que aumente la frecuencia de estos fenómenos, será crucial vigilar sus efectos.
La incertidumbre política es la nueva normalidad
La barrida republicana en las elecciones de noviembre y la probabilidad de cambios políticos radicales han creado incertidumbre sobre dónde estarán las oportunidades en la industria energética. El presidente Donald Trump ha indicado una política de “dominio energético estadounidense”, centrada en una regulación relajada y en la promoción de los combustibles fósiles, aunque las políticas concretas siguen sin estar claras.
“Lo que está claro es que los objetivos de cero emisiones netas están en peligro. La retirada de Estados Unidos del Acuerdo de París ralentizará sin duda los esfuerzos para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y la transición hacia las energías renovables y la electrificación del transporte. Podríamos asistir a un retroceso de la regulación climática y a un retraso de las inversiones en tecnologías limpias. Los principales bancos de inversión estadounidenses ya estaban abandonando las alianzas climáticas y renegando de sus promesas medioambientales antes de la toma de posesión del presidente Trump”, explican los analistas de Wood Mackenzie.
“Aunque los mandatos estatales, los objetivos de sostenibilidad de las empresas y los compromisos de descarbonización de las empresas de servicios públicos pueden compensar parte del impacto, los riesgos de la política comercial van a aumentar los costes de la nueva generación de energía, sobre todo de las renovables”, añaden.
Los nuevos e inminentes aranceles sobre Canadá, México y China podrían afectar gravemente al mercado de la transmisión y distribución de energías renovables y exacerbar el actual aumento de los precios de los equipos de transmisión y distribución. En opinión de los analistas de Woodmac, las medidas de represalia podrían obstaculizar la importación de minerales y componentes críticos para la fabricación de tecnologías verdes. Es más probable que las políticas proteccionistas afecten a la energía solar distribuida y al almacenamiento, ya que estas tecnologías dependen más de las importaciones extranjeras.

Las grandes cargas impulsarán la demanda eléctrica
El apoyo del presidente a la carrera de la inteligencia artificial sostendrá en cierta medida la demanda eléctrica hasta 2030. Sin embargo, restricciones como la interconexión, la transmisión y los retos de la cadena de suministro limitarán la capacidad de la nueva oferta para satisfacer esa demanda a corto plazo, aunque las reformas pueden reducir los cuellos de botella a finales de esta década.
Estados como Texas y Virginia siguen registrando el mayor crecimiento de centros de datos, aunque los promotores están aprovechando oportunidades en estados emergentes -como Luisiana, Misisipi, Wisconsin y Virginia Occidental- para construir sus mayores campus hasta la fecha.

La información disponible hasta la fecha sugiere que la coubicación de centros de datos con instalaciones de generación de energía sigue siendo poco frecuente, lo que hace que los centros de datos dependan en gran medida de la red eléctrica. Sólo el 7% de los proyectos de centros de datos que Wood Mackenzie ha rastreado cuentan con recursos coubicados, excluida la generación de reserva.
Aunque la generación de gas coubicada es la más común, la presencia de recursos renovables y de almacenamiento es notable. Todos los proyectos coubicados con energía eólica que siguen los equipos de Woodmac son proyectos de criptomonedas en Texas, lo que refleja la búsqueda de energía barata por parte de los mineros de criptomonedas. En Virginia, la mayoría de los proyectos están orientados al gas, lo que refleja la escasez de energía en el estado.
A juicio de los analistas de Wood Mackenzie, el panorama general de la generación térmica parece mejor que hace años, entre retrasos en la retirada del carbón, nuevas propuestas de gas y un renovado interés por la construcción de centrales nucleares. “Sin embargo, es probable que los costes de construcción de nueva generación sean más elevados debido al encarecimiento de la financiación y los gastos de capital, mientras que los transformadores seguirán siendo uno de los principales cuellos de botella”, pronostican.
No hay comentarios
Deja tu comentario
Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Todos los campos son obligatorios