Política energética

La política de ultraderecha se rebela en contra de la energía eólica

Desde Europa hasta Estados Unidos, los aerogeneradores han sido transformados en un símbolo de rechazo ideológico, político y social

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La energía eólica, una de las tecnologías clave para la transición hacia fuentes renovables, enfrenta una oposición creciente liderada por movimientos de ultraderecha en todo el mundo. Desde Europa hasta Estados Unidos, los aerogeneradores han sido transformados en un símbolo de rechazo ideológico, político y social, lo que amenaza con obstaculizar o incluso retrasar los avances hacia un futuro energético más limpio y sostenible.

La energía eólica no solo es una solución climática necesaria para reducir emisiones de gases de efecto invernadero, sino también una oportunidad económica. Según la Asociación Empresarial Eólica, esta tecnología puede modernizar economías, crear empleo de calidad y reducir la dependencia de combustibles fósiles. Sin embargo, estos beneficios son ignorados o incluso cuestionados por partidos que utilizan la oposición a las renovables como herramienta política.

Rechazo

En Alemania, Alice Weidel, líder de Alternativa por Alemania (AfD), prometió desmantelar todos los parques eólicos en un discurso reciente, calificándolos como "molinos de la vergüenza". Marine Le Pen, en Francia, expresó ideas similares durante su última campaña presidencial, mientras que en Estados Unidos, Donald Trump ha calificado las turbinas como "basura" y "asesinas de ballenas", y ha prometido detener la construcción de nuevos proyectos eólicos en cuanto vuelva al poder.

La energía eólica se convierte en la mayor fuente de generación eléctrica del Reino Unido en 2024
Las turbinas generaron el 30% de la electricidad en 2024, desplazando al gas a un segundo lugar, según los datos del operador NESO.

Este rechazo no es aislado. En Austria, el partido de ultraderecha FPÖ promovió un referéndum contra los aerogeneradores en Carintia, mientras que en el Reino Unido, los Conservadores mantuvieron durante años una moratoria de facto sobre proyectos terrestres. Incluso el rey Carlos III ha expresado su oposición a la energía eólica en su proximidad, oponiéndose a parques cercanos a sus propiedades.

El común denominador en estos casos es el uso del negacionismo climático como base ideológica. Muchos partidos de ultraderecha niegan o minimizan la existencia del cambio climático y presentan las energías renovables como una imposición externa o una amenaza a los valores tradicionales.

Campañas de desinformación

La oposición a la energía eólica también está alimentada por campañas de desinformación. En Estados Unidos, grupos vinculados a la industria de combustibles fósiles han difundido mensajes falsos sobre el impacto de los aerogeneradores en la salud humana, el medio ambiente y la fauna marina.

Un caso emblemático es el del expresidente Trump, quien justificó su intención de frenar los proyectos eólicos en parte por afirmaciones infundadas sobre riesgos para las ballenas. Según un reportaje de Heatmap News, su administración incluso consideró ordenar la paralización de proyectos en construcción bajo el pretexto de realizar nuevos estudios de impacto ambiental.

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La próxima era de la energía eólica necesita que los gobiernos inviertan en formación profesional y apoyen las normas internacionales de formación, según GWEC.

La resistencia a la energía eólica no se limita al discurso ideológico. En Estados Unidos, la industria eólica enfrenta barreras económicas relacionadas con la dependencia de importaciones. Los aerogeneradores provienen en gran medida de Europa y los paneles solares de China, lo que ha alimentado críticas proteccionistas.

Financiación

En Europa, la situación es aún más compleja. Según diversas investigaciones, movimientos ultraderechistas como el AfD podrían estar recibiendo financiación encubierta de empresas rusas vinculadas al Kremlin. Rusia, como gran exportador de combustibles fósiles, tiene claros incentivos para debilitar el desarrollo de las renovables en Occidente y mantener la dependencia de gas y petróleo.

Los aerogeneradores no solo son tecnologías visibles, sino también simbólicas. Representan el cambio hacia un modelo más sostenible y, para algunos sectores, el fin de una era dominada por los combustibles fósiles. Según fuentes del sector, "derribar los molinos" se ha convertido en una metáfora para oponerse a lo que ciertos grupos consideran una transformación impuesta.

Este simbolismo ha alimentado la resistencia en zonas rurales. Más de 400 condados estadounidenses han aprobado restricciones o prohibiciones para los aerogeneradores, especialmente en estados como Tennessee y Kentucky. En el caso de España, el despliegue de las grandes instalaciones de energías renovables en las zonas rurales está sembrando conflictos en muchas comunidades autónomas.

La energía eólica no es solo una solución climática; también representa una oportunidad para modernizar economías, generar empleo de calidad y reforzar la independencia energética. Sin embargo, los avances podrían verse comprometidos si las renovables siguen siendo utilizadas como armas políticas.

Frente a este panorama, la necesidad de reforzar el consenso social y político sobre la importancia de la transición energética es crucial. Como afirma la Asociación Empresarial Eólica, el futuro sostenible no es una elección, sino una obligación, y los desafíos políticos e ideológicos no deben desviar el camino hacia un mundo más limpio y seguro.

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