El Institute for Energy Economics and Financial Analysis (IEEFA) acaba de publicar un informe que detalla cómo la generación eléctrica en la era postnuclear de Japón puede ser reestructurada de forma viable con energías renovables.
El informe “_Japan: Greater Energy Security Through Renewables: Electricity Transformation in a Post-Nuclear Economy” _pone el énfasis en el potencial que para la seguridad energética nacional tienen las energías renovables, sobre todo eólica y solar.
El informe documenta cómo las políticas gubernamentales adoptadas a raíz de la catástrofe de Fukushima en 2011 han favorecido la sustitución de carga base nuclear con carga base de combustibles fósiles, una estrategia que ha demostrado ser costosa y ha dado lugar a la pérdida de oportunidades en el desarrollo de las energías renovables.
En la transición energética de Japón entran en juego cuestiones que trascienden la economía. De hecho la seguridad energética de Japón está en riesgo. Antes de la catástrofe de Fukushima de 2011, Japón tenía suficiente combustible nuclear para garantizar que la energía nuclear jugaría un papel importante en la producción nacional de electricidad a largo plazo. Desde Fukushima y el cierre de la industria nuclear japonesa, el país se ha vuelto profundamente dependiente de las importaciones de combustibles fósiles, una posición peligrosa que lo deja a merced de los mercados extranjeros y la agitación geopolítica.
El informe de IEEFA destaca algunos aspectos:
El aumento de la productividad energética hará bajar la demanda de electricidad de 1.140 teravatios hora (TWh) en el año fiscal 2010 a 868TWh en 2030. Con una población en declive limitando el crecimiento económico, la eficiencia energética de Japón dará lugar a nuevas mejoras de la productividad energética y la demanda eléctrica disminuirá hasta, al menos, 2030, como lo ha hecho durante los últimos seis años.
Mientras Japón reconfigura su industria eléctrica, la energía solar fotovoltaica podría llegar a cubrir el 12% de su mix de generación en 2030, por encima del 4% actual. Japón ha sido el segundo país del mundo por instalaciones de energía solar fotovoltaica solar duarnnte el periodo 2013-2015, pero se requerirá una nueva política de apoyo del gobierno japonés para perpetuar el crecimiento solar. El movimiento reciente hacia hacia el sistema de subastas inversas para la energía solar a gran escala sugiere que Japón se habría dado cuenta de una reducción significativa de los costes de esta tecnología como la que actualmente se está logrando en todo el mundo. Un enfoque de la política hacia la energía solar en la azotea y las reformas de mercado en curso ampliarán la huella de las energías renovables en Japón, mientras la gran capacidad de almacenamiento de agua por bombeo y una mayor conectividad de la red regional ayudará a integrar el aumento de la energía solar fotovoltaica en las redes regionales todavía en gran parte.
Los recursos japoneses de energía eólica en alta mar han sido pasados por alto, pero tienen un enorme potencial, y pueden contribuir a la demanda de potencia de carga base. Si bien el desarrollo de la eólica terrestre ha sido lento debido a los largos procesos de aprobación de Japón para la limitada disponibilidad de tierras aptas, se pasa por alto que existen oportunidades en el desarrollo de la energía eólica marina. Japón tiene una de las mejores industrias eólicas del mundo -quizás la mejor- y una de las mejor adaptadas a la producción de turbinas eólicas. Mitsubishi Heavy Industries, por ejemplo, está actualmente investigando y desarrollando la tecnología eólica marina, así como el suministro de aerogeneradores marinos a través de su joint venture con MHI Vestas Offshore Wind. La ausencia de problemas de limitación de tierras trabaja en su favor, al igual que sus tasas de utilización del 45% al 50% por ciento, lo que indica que puede contribuir a la carga base de energía. IEEFA pronostica 10 gigavatios (GW) de energía eólica marina en Japón en 2030.
Japón puede satisfacer el 35% de sus necesidades eléctricas con fuentes renovables en 2030. Si el país da el apoyo político necesario para aumentar su capacidad de energía solar y eólica marina, y la más que probable reducción de la demanda eléctrica del país, la cuota de energía renovable de Japón se duplicará hasta el 35% de la capacidad de generación en 2030. IEEFA incluye en sus pronósticos la hidráulica y la biomasa y reconoce que depende del gobierno japonés el cumplimiento de sus compromisos en la COP21. Se requerirá una importante reducción de las barreras regulatorias y de la red para llevar a cabo los proyectos de energía renovable, cambio que permitirá a Japón aprovechar los mercados de capitales para apoyar los programas nacionales de energía renovable.
La industria nuclear de Japón, que suspendió su actividad después de la catástrofe de Fukushima, es muy probable que no se recupere. IEEFA ve sólo una cuarta parte de los 40 GW de capacidad de energía nuclear desconectada volviendo a entrar en servicio en 2030. A pesar de que Japón está tratando de reiniciar la producción nuclear como una forma de diversificar su matriz de generación y mejorar la seguridad energética del país, la industria se enfrentará a fuertes vientos en contra, como las dificultades económicas para alcanzar las nuevas normas de seguridad antes de que los reactores alcancen su edad de jubilación.
Japón es muy probable que reduzca sus planes de construir un nuevo parque de centrales eléctricas de carbón. La mayor parte de las 45 nuevas centrales eléctricas de carbón que Japón se propone construir se encuentran todavía en etapas de planificación y, a causa de la disminución de la demanda eléctrica del país, muchas de ellas no llegarán a construirse. Si la expansión de la flota de carbón propuesta añade capacidad global o simplemente sustituye la capacidad térmica existente no está claro y el impulso de la iniciativa se está desvaneciendo. Las principales empresas de energía eléctrica de Japón (EPCO) recientemente han comenzado a reevaluar sus planes de generación a carbón.
Japón puede ganar mucho y de muchas maneras si adopta un modelo de transición energética basado en las energías renovables.
Si Japón toma este camino, habrá revisado su sistema eléctrico en 2030 de una manera que aumentará drásticamente su seguridad energética, reducirá su déficit por cuenta corriente y reforzará su capacidad tecnológica de cara al futuro.
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