El metano sigue siendo un reto importante para la industria del petróleo y el gas. Según un nuevo informe Horizons de Wood Mackenzie, la COP28 podría marcar un hito en los compromisos de reducción del metano, y las empresas y los gobiernos tendrán que tomar medidas enérgicas para reducir las emisiones y hacer cumplir las nuevas normas.
El metano es responsable de casi un tercio del aumento de la temperatura global inducido por las emisiones desde el inicio de la era industrial y se calcula que la industria del petróleo y el gas es responsable de hasta una cuarta parte de las emisiones de metano de origen humano (antropogénico), según el informe Mission invisible: tackling the oil and gas industry's methane challenge.__
"La inmensa mayoría del metano que se produce en el mundo se vende como gas natural, pero el problema de la industria radica en sus emisiones de metano directamente a la atmósfera, ya sea de forma intencionada a través de la quema en antorcha y el venteo, o de forma no intencionada a través de fugas", afirma Adam Pollard, analista principal de emisiones upstream de Wood Mackenzie.
Doble categoría
Wood Mackenzie clasifica las emisiones en dos grandes categorías: los "snowballers", que son menores pero innumerables, y los "superemisores", que son pocos en comparación pero de gran tamaño.
"Mientras que los superemisores pueden rastrearse de forma fiable por satélite, los snowballers no, y su impacto acumulado es enorme", explica Elena Belletti, responsable mundial de investigación sobre el carbono de Wood Mackenzie. "Tanto es así, que la cifra actualmente aceptada de unos 370 millones de toneladas anuales (Mtpa) de metano antropogénico probablemente siga subestimada".
Según la Herramienta de Evaluación Comparativa de Emisiones de Wood Mackenzie, las pérdidas típicas de metano por yacimiento son pequeñas -menos de 500 kilogramos por hora (unos 0,65 millones de pies cúbicos al día), lo que está por debajo de la resolución medible de la mayoría de los satélites actuales-, pero alrededor del 96% de todos los yacimientos tienen emisiones a esta escala, lo que lo convierte en un problema acumulativo de gran magnitud. Las emisiones más importantes de los grandes yacimientos suelen estar repartidas entre varias instalaciones de producción, lo que dificulta su cuantificación.
Las fuentes y la intensidad de las emisiones de metano varían mucho según la región y el tipo de activo.
"El seguimiento de las emisiones de metano ha sido un gran reto: la tecnología actual de satélites aún no es capaz de detectar las fugas más pequeñas, y los sensores aéreos o sobre el terreno presentan importantes compensaciones en cuanto a cobertura y comparabilidad entre distintos emplazamientos", prosigue Belletti. "Esta cuestión cobrará más importancia si se espera que los compromisos de reducción del metano cobren impulso en la conferencia sobre el clima COP28 de este año. Sin embargo, aun a falta de una tecnología milagrosa para rastrear las emisiones, existen tecnologías que pueden abordar tanto las fugas a gran escala como las de pequeña escala. Las empresas también tienen incentivos económicos, ya que la reducción de las pérdidas de metano puede aumentar las ventas de gas y reducir las sanciones por venteo y quema en antorcha, que probablemente aumentarán".
El enfoque de las empresas petroleras y gasísticas: la monetización
La reducción del metano sigue siendo una de las vías más factibles para que las empresas de petróleo y gas reduzcan sus emisiones de alcance 1 y 2, y ya se están tomando medidas al respecto. La Iniciativa Climática del Petróleo y el Gas (OGCI, por sus siglas en inglés) "Objetivo Cero Emisiones de Metano" ha sentado un precedente: el esfuerzo de doce grandes empresas petroleras y gasistas por alcanzar emisiones de metano casi nulas para 2030. Las empresas miembros de la OGCI ya han reducido la intensidad de metano en casi un 45% en los últimos cinco años.
"Conseguir que las emisiones capturadas entren en el flujo de ventas debería ser un objetivo principal para las empresas, sin embargo, el coste de abordar las fugas de metano es a veces mayor que la pérdida de ingresos, lo que deja pocos incentivos para actuar", dijo Pollard. "Esto puede cambiar a medida que se establezca una normativa más estricta, pero la reducción de metano como servicio podría ser un verdadero motor. Por ejemplo, hace poco se aprobó una metodología para generar compensaciones por taponar fugas de metano. El precio de estas compensaciones sigue siendo relativamente bajo, pero a medida que entren en juego normativas más estrictas, este tipo de compensación será más valioso".
Pollard también afirma que las empresas deben ser más rigurosas en el uso de las soluciones existentes, ya que la reducción de la quema en antorcha y el venteo a menudo no requiere nuevas tecnologías y es sencilla. "En el caso de las emisiones rutinarias, se puede avanzar fácilmente controlando mejor las fugas, ajustando las válvulas y sustituyendo los dispositivos de purga", afirma Pollard.
El papel de los gobiernos
Según el informe, la actuación de los gobiernos será vital para los esfuerzos de reducción, con tres acciones de alto nivel que pueden estimular el progreso:
Mayor ambición. Una política aplicable y ejecutable sería un comienzo positivo, como la colaboración mundial para poner fin a todas las quemas y venteos a gran escala.
Aplicación coherente. Los responsables políticos y los reguladores deben colaborar con la industria para fijar objetivos y plazos realistas para la reducción de emisiones, garantizando al mismo tiempo que las tasas y multas se impongan de forma adecuada y se eliminen las lagunas jurídicas.
Apoyo financiero a la tecnología. Los gobiernos pueden apoyar la financiación para mejorar tanto la tecnología de medición como las soluciones de reducción. Por ejemplo, como parte de la Ley de Reducción de la Inflación (IRA) de EEUU, se dispone de 350 millones de dólares para financiar el seguimiento y la reducción de las emisiones de metano.
"El seguimiento y la lucha contra el metano nunca han sido tan urgentes", afirmó Belletti. "La COP28 podría marcar un antes y un después en la regulación de las emisiones de metano si los gobiernos pasan de promesas voluntarias a compromisos vinculantes. A través de sanciones más duras y nuevos incentivos, las empresas pueden transformar las pérdidas de metano en mayores ingresos y precios superiores para el suministro certificado de bajo contenido en metano".
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