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Corren bulos sobre si la red de distribución será capaz, si tendrá colapsos, hay opiniones para todos los gustos.

Siguiendo con la metáfora, dependerá de la intensidad de lluvia, pero nubes de cambio se ven en un horizonte cercano, son visibles para todos, pero el sector lo tiene presente y se está preparando para recibir los nubarrones de cambio.

De momento la red, en lo que respecta a la recarga de vehículo eléctrico, es un poco como aquella lluvia de verano, que van cayendo aquellas gotas puntuales de tamaño nada despreciable, que no mojan totalmente la calzada, que se ven claramente sus impactos, pero que la red de momento va encajando sin problemas. Es evidente que, con las ayudas al sector del automóvil -los planes MOVES- y el impulso, mejor dicho, la obligación que impone el reciente RDL 29/2021 sobre tener que poner en servicio en pocos meses, en las gasolineras cargadores eléctricos, de 150 kW o 50 kW según sea el volumen de venta en litros de combustible, esta intensidad de “lluvia” citada como ejemplo va a aumentar considerablemente. Las ventas de coches eléctricos baten su propio récord cada año. El año 2021 cerró con una subida del 37.76% con 4.203 unidades matriculadas según indica “motor.es”.

“Llueve” también el autoconsumo sobre la red, éste de forma fina pero generalizada en toda la red, de efectos aún casi invisibles, pero como toda lluvia va empapando sobre el tejido. En este apartado en poco tiempo han convergido tres factores que aún le han dado más aceleración: Los altos precios de la energía de los últimos meses han convencido a unos cuantos usuarios más, juntamente con las ayudas Next Generation a la instalación de autoconsumo que cada comunidad autónoma ha publicado y como tercer impulso el mismo real decreto ley, citado anteriormente, ha ampliado nuevos supuestos para permitir el autoconsumo, en este caso, los suministros en alta tensión pueden también participar también de todas las tipologías existentes. Según la hoja de ruta del autoconsumo recientemente publicada por el Ministerio, se fija un objetivo para alcanzar los 9 GW de potencia instalada en 2030, este objetivo podría aumentar hasta los 14 GW en el caso de darse un escenario muy favorable. El 2021 ha ofrecido datos en esta línea con 1.1GW MW, según APPA, doblando los datos del año anterior.

Todos estos “tipos de lluvia”, deben ser compatibles con las generaciones de energía que se sitúan o se van a situar en los puntos de drenaje que eléctricamente tienen capacidad de acceso. Generación fotovoltaica en la gran mayoría de casos, que es equivalente a decir, generación para unas horas, las mismas que el resto de las instalaciones de esta tecnología. Esta concentración de producción horaria es un nuevo problema o reto para la red.

Siguiendo con el símil, las grandes infraestructuras de drenaje hidráulicos tienen sistemas de defensa basados en la contención ante las lluvias torrenciales, la red de distribución deberá adoptar a través de la acumulación soluciones que le permitan gestionar las futuras congestiones de la red evitando los fenómenos de gran intensidad energética de pocas horas que obliguen como hasta ahora a sobredimensionar la red para cubrir la demanda o evacuar la generación. La acumulación de todo tipo será bienvenida en la red, propiedad de terceros, pero al servicio de la red, que le ayude a laminar la demanda y generación de estas puntas horarias.

El ámbito particular y la industria tendrán también un papel crucial en toda esta descripción que estamos realizando sobre si la red está preparada para el alud de conexiones que se les esperan. El autoconsumo a nivel doméstico y pequeña industria citado anteriormente cobra un nuevo sentido añadiendo la acumulación, permite el modelado de la potencia contratada, ahorra la compra de energía y en su conjunto justifica estas inversiones. En resumen, que el sector eléctrico conocido por el “just in time” por excelencia, deberá convertirse como en otros sectores de servicio, en una red suficientemente respaldada por “depósitos” que le quiten la presión o estrés horario del conjunto generación-demanda.

La red no solo resiste de forma continuada a los diferentes tipos de lluvia expuestos hasta ahora, la red es viva, crece en su interior y en sus extremos con nuevas promociones industriales, residenciales o de servicios. En esta transición energética, la legislación también debería obligar a los nuevos solicitantes de acceso a la red para consumo, pues ya deberían incorporar una nueva gestión de la energía partiendo como mínimo del autoconsumo compartido con acumulación, pasando por los sistemas de climatización y refrigeración eléctrica que dispongan también de algún tipo de acumulación del calor o frio.

La red está al servicio de todos, debe y se le pide, cumplir con las expectativas de todos ahora y en el futuro, pero ¿lo hará?, pues si sin duda la red y los profesionales que están a su entorno juntamente con las empresas fabricantes de equipos, software y tecnología cambiaran esta red analógica actual en una red digital capaz de gestionar nos nuevos retos de la transición energética. Telecomunicaciones, electrónica de potencia y acumulación estarán dentro les las soluciones a aplicar en la parte física sin olvidar el software de alto nivel que aplicado en lugares concretos de la red ponga en este punto la inteligencia artificial para que la red, de forma descentralizada pero coordinada con en centro de control general o global de la empresa, pueda tomar por si sola decisiones en base a la optimización constante de la infraestructura física existente disponible.

Pero, la nueva red ¿va a tener costes más altos?, la respuesta es que no debería ser así, la inversión en digitalización, así como la acumulación y toda la tecnología aplicada a la red han de poder compensar los actuales costes de operación y mantenimiento, así como evitar ciertas inversiones y formas de hacer tradicionales.

Como conclusión y dando respuesta a la pregunta inicial sobre si la red será capaz de admitir las conexiones de todos los tipos que se le van a pedir, desde el sector debemos decir que ordenadamente, sí, pero ineludiblemente, todos debemos poner nuestro grado de cambio y adaptación para que ello sea posible, los excesos especulativos o el inmovilismo de unos u otros a mantener parámetros y formas del pasado, sí que nos llevaría al fracaso colectivo que nadie desea.

Albert Estapé es vicepresidente de la Asociación de Empresas Eléctricas (ASEME)

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