Portugal, España y Francia avanzaron este viernes, con el respaldo de la Comisión Europea, en su compromiso con la transición energética y en su proceso de interconexión con un acuerdo de inversiones millonarias para un cable submarino que contribuirá a evitar el temido "aislamiento" de la Península.
El primer ministro de Portugal, António Costa, recibió en Lisboa al presidente francés, Emmanuel Macron, y al jefe del Ejecutivo español, Pedro Sánchez, para ahondar en el compromiso de integración energética alcanzado por los tres países en 2015 y ratificado el pasado año, con el aval de la Comisión Europea.
La cumbre concluyó con la firma de un acuerdo para invertir 578 millones de euros, aportados por el Banco Europeo de Inversiones (BEI), en la línea eléctrica que cruza el golfo de Vizcaya, la mayor inversión del mecanismo "Conectar Europa" destinada a financiar un proyecto de infraestructuras energéticas.
Este cable submarino, con un coste total próximo a los 1.900 millones de euros, tiene una longitud de 280 kilómetros y duplicará hasta el año 2025 la capacidad de intercambio entre España y Francia, pasando de los 2.800 megavatios (MW) actuales a los 5.000, lo que permitirá a Madrid acercarse al cumplimiento de los objetivos de interconexión previstos por la UE.
El acuerdo, en palabras del comisario europeo de Energía, Miguel Arias Cañete, es "bueno para España y Portugal, bueno para Francia y bueno para Europa".
https://youtu.be/eXj9PKcrqv0
Macron, en una encuentro con la prensa posterior a la reunión presidencial, subrayó la importancia del proyecto y admitió que Francia ha mantenido una "posición defensiva" en materia energética que intenta superar.
En relación a otra asignatura pendiente del sur europeo, las conexiones para la distribución de gas, el presidente galo adelantó que "no vamos a construir gasoductos a menos que el consumo sea importante" y apostó por una "transición energética" hacia la "descarbonización", con el cierre progresivo de las centrales de carbón hasta el 2022.
De momento, el proyecto STEP, antes conocido como MIDCAT, se queda paralizado a no ser que incremente la demanda de gas en Francia, un país donde la mayoría de la calefacción es eléctrica y tiene gran parte de su mix con energía nuclear.
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