Si el mundo quiere limitar el calentamiento global a 1,8 grados Celsius, se necesitarán 18 millones de kilómetros adicionales de red para seguir el ritmo de la electrificación en curso, según Rystad Energy
El desarrollo de las energías renovables avanza a un ritmo vertiginoso: en 2024 se invertirán 644.000 millones de dólares en nuevas capacidades, pero unas redes eléctricas anticuadas e inadecuadas podrían convertirse en un importante escollo para la transición energética. Si el mundo quiere limitar el calentamiento global a 1,8 grados Celsius por encima de los niveles preindustriales, se necesitarán 3,1 billones de dólares en inversiones en infraestructuras de red antes de 2030, según un estudio de Rystad Energy.****
En ese escenario, se necesitarían 18 millones de kilómetros adicionales de red para seguir el ritmo de la electrificación en curso en ciudades y condados, incluida la nueva capacidad de energía renovable y la rápida adopción de vehículos eléctricos. De este modo, la longitud total de todas las redes eléctricas del mundo ascendería a 104 millones de kilómetros en 2030 y a 140 millones de kilómetros en 2050, casi la misma distancia de la Tierra al Sol. La ampliación inmediata en 18 millones de kilómetros requeriría casi 30 millones de toneladas de cobre, una materia prima que ya escasea.
La creciente demanda mundial de energía es el principal factor que impulsa la necesidad de mejorar la red. Este aumento está impulsado por la expansión de la población, la industrialización y la urbanización en los países en desarrollo, y los esfuerzos por mitigar el cambio climático mediante la electrificación. La ciberseguridad, la geopolítica y la creciente prioridad de garantizar un suministro energético nacional fiable también contribuyen a esta necesidad. Sin embargo, unos marcos reguladores ineficaces podrían retrasar considerablemente el desarrollo de las redes y, a su vez, la transición energética.
“Las redes eléctricas serán tanto un facilitador como un obstáculo para la transición energética. Las redes maduras han permitido la rápida expansión de la capacidad solar y eólica observada en los últimos años, pero muchas redes nacionales están ahora cerca o en el punto en el que no se pueden realizar más conexiones sin modernizarlas o ampliarlas. Los niveles anuales de inversión deben aumentar si se quiere mantener la tendencia actual de crecimiento de las energías renovables” dijo Edvard Christoffersen, analista senior, Rystad Energy
La longitud total combinada de todas las redes de transmisión y distribución del mundo es de unos 86 millones de kilómetros, una distancia suficiente para rodear el planeta más de 2.100 veces. La red de transmisión comprende 6 millones de kilómetros de líneas de alta tensión (más de 70 kilovoltios [kV]). En comparación, la red de distribución, mucho mayor, consta de unos 8 millones de kilómetros de líneas de media tensión (10 a 70 kV) y una colosal red de líneas de baja tensión (menos de 10 kV) que recorre unos 72 millones de kilómetros y llega a los hogares de todos los rincones del mundo. La longitud de la red aumentará a 104 millones de kilómetros en 2030 y a 140 millones en 2050. Asia aportará más de la mitad de las adiciones mundiales en esta década, con China e India a la cabeza como primer y tercer consumidor mundial de energía.
Rystad predice que las inversiones mundiales en redes alcanzarán los 374.000 millones de dólares este año, y que China representará alrededor del 30% del total. Asia liderará las inversiones en ampliación de redes, pero otras regiones intentan ponerse al día para seguir el ritmo de aumento de la capacidad renovable. La Ley de Inversión en Infraestructuras y Empleo (IIJA) de EEUU incluye 65.000 millones de dólares para modernizar y ampliar las infraestructuras eléctricas nacionales, mientras que la Comisión Europea puso en marcha a finales de noviembre un Plan de Acción para las Redes de 2023, que reclama 584.000 millones de euros (626.000 millones de dólares) de inversión entre 2020 y 2030.
La Comisión y el Banco Europeo de Inversiones (BEI) también están estudiando cómo racionalizar la financiación para apoyar estas importantes inversiones en redes. En el Reino Unido, National Grid puso en marcha un plan de acción para renovar su red por primera vez en décadas, invirtiendo más de 16.000 millones de libras (20.160 millones de dólares) en mejoras entre 2022 y 2026.
La rápida expansión de la red eléctrica requerirá grandes volúmenes de materias primas, especialmente cobre y aluminio. El cobre se utiliza principalmente como conductor en los cables subterráneos de distribución, transmisión y submarinos, mientras que las líneas aéreas emplean aluminio. Aunque el aluminio se utiliza predominantemente en las líneas aéreas, puede sustituirse como conductor en las líneas subterráneas. Se espera que la demanda de cobre y aluminio aumente casi un 40% a finales de la década, pero las redes no son el principal motor. También son vitales para otras muchas aplicaciones en los sectores de la construcción, el transporte, las energías renovables y los productos de consumo. Las redes sólo representan aproximadamente el 14% de la demanda mundial de cobre, es decir, unos 4 millones de toneladas en 2024.
Alargar la red es necesario para apoyar la generación intermitente y remota de energía renovable y para conectar nuevas zonas industriales, comerciales y residenciales, pero también existen alternativas para satisfacer la creciente demanda de energía. La implantación de baterías de almacenamiento a gran escala puede resolver los problemas de intermitencia asociados a las renovables y permitir cargas medias de red más elevadas, reduciendo la necesidad de nuevas líneas. Las revisiones y mejoras de la red existente pueden aumentar la capacidad por kilómetro y la digitalización puede liberar capacidad resolviendo los problemas de flexibilidad. Al mismo tiempo, las fuentes de energía distribuida, como la energía solar en los tejados, pueden reducir la necesidad de nuevas líneas. Lo que está claro es que la actual infraestructura mundial de redes no satisface las demandas del futuro sistema energético.
Los tortuosos procesos de concesión de permisos ya están provocando cuellos de botella en muchos países, como Estados Unidos y el Reino Unido. La adopción de soluciones de almacenamiento en baterías a gran escala y la digitalización de la red pueden resolver algunos problemas de intensidad de la red, pero la electrificación de la sociedad suscitará mayor atención y esfuerzos para racionalizar los marcos reguladores y fomentar las inversiones, de modo que las redes puedan ser un potenciador y no un inhibidor de la transición energética.
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