Un nuevo incidente ha puesto en jaque la seguridad de las infraestructuras críticas en el Mar Báltico. El cable submarino Estlink 2, que conecta las redes eléctricas de Finlandia y Estonia, sufrió una ruptura el pasado 25 de diciembre. La empresa estatal finlandesa Fingrid informó que la desconexión ocurrió a las 12:26 hora local, afectando una capacidad de transmisión de 650 megavatios (MW) hacia Estonia.
En el centro de la investigación se encuentra el Eagle S, un petrolero descrito como parte de la "flota sombra" de Rusia, compuesta por embarcaciones utilizadas para sortear sanciones internacionales impuestas tras la invasión de Ucrania. El Eagle S, que navega bajo bandera de las Islas Cook, fue abordado por autoridades finlandesas el jueves 28 de diciembre en aguas territoriales de Finlandia. Según reportes de la policía, el ancla del buque podría haber dañado el cable submarino al ser arrastrada por el lecho marino.
El jefe de la policía de Helsinki, Jari Liukku, confirmó en una rueda de prensa que el barco fue trasladado a un puerto cercano para permitir una investigación más exhaustiva. Este petrolero, al igual que otras embarcaciones de la flota sombra rusa, opera sin seguro y bajo condiciones que generan, además, serias preocupaciones ambientales.
Antecedentes
La ruptura del Estlink 2 no es un hecho aislado. En noviembre, dos cables de datos —uno entre Finlandia y Alemania, y otro entre Lituania y Suecia— sufrieron daños similares. A esto se suma el ataque contra los gasoductos Nord Stream en septiembre de 2022, todos considerados actos de sabotaje. Estas acciones han aumentado las tensiones en la región del Báltico, un área de creciente interés estratégico y geopolítico.
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