Repsol ha decidido no continuar con la venta de su filial noruega, Repsol Norge AS, según ha informado Reuters. Esta decisión representa un giro en la estrategia de la empresa, que había estado considerando la venta como parte de sus planes de reestructuración.
En marzo, Reuters había informado que Repsol había contratado al banco de inversión Rothschild para supervisar la transacción, la cual involucraba 10 activos en la Plataforma Continental Noruega. Estos activos incluyen siete campos en producción, con reservas netas de 53 millones de barriles de petróleo equivalente, de los cuales el 36% es gas. Se esperaba que la producción neta para 2024 fuera de 29 millones de barriles de petróleo equivalente, según un documento compartido por Rothschild.
La decisión de mantener la filial noruega no es un movimiento aislado. Repsol, que en junio ya había estado en conversaciones para fusionar sus operaciones en el Mar del Norte del Reino Unido con NEO Energy, también está explorando la venta de una participación minoritaria en su negocio de energías renovables a Aramco, la petrolera estatal saudí, entre otras posibles ventas. Desde El Periódico de la Energía nos hemos puesto en contacto con la compañía pero esta ha decidido no hacer ningún comentario al respecto.
Plan estratégico
Estas maniobras se enmarcan dentro del plan estratégico de Repsol para el período 2021-2024, en el cual la compañía se comprometió a realizar inversiones brutas de hasta 26.000 millones de euros. Parte de la financiación para estas inversiones provendría de la rotación de activos, con la venta de hasta 4.000 millones de euros en activos y participaciones.
La cancelación de la venta de la filial noruega sugiere que Repsol está ajustando su estrategia de manera dinámica, posiblemente en respuesta a las condiciones del mercado o a una reevaluación del valor estratégico de sus activos noruegos.
La Plataforma Continental Noruega, donde se encuentran los activos de Repsol, es una de las áreas más ricas en recursos energéticos en Europa, especialmente en gas natural, que es visto como un combustible de transición clave en la reducción de las emisiones de carbono. La decisión de Repsol de mantener estos activos podría indicar un reconocimiento del valor a largo plazo que representan, tanto en términos de producción como en su capacidad para contribuir a la transición energética global.
Además, la compañía está bajo presión para equilibrar la rentabilidad con las crecientes demandas de sostenibilidad. La venta de una participación en su negocio de energías renovables a Aramco podría proporcionar a Repsol el capital necesario para seguir desarrollando este sector, que es cada vez más importante en su portafolio general.
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