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Un investigador de Navarra diseña un sistema que aprovecha los gases contaminantes de una chimenea industrial para generar electricidad

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Un investigador de la Universidad Pública de Navarra (UPNA) ha diseñado un sistema que genera electricidad a partir de gases calientes disipados a la atmósfera por una chimenea industrial, instalación que produciría energía equivalente al consumo anual de 111 hogares con un coste de 14,6 céntimos de euro el kilovatio hora.

Este desarrollo tecnológico es fruto del ingeniero industrial Miguel Araiz (Estella, 1991), investigador del Instituto de Smart Cities (ISC) de la UPNA, que lo recoge en su tesis doctoral.

Ahí diseña un generador termoeléctrico que aprovecha el calor residual de una chimenea de treinta metros, que está situada en una industria y que disipa gases calientes a 250 grados de temperatura, para generar un total de 363 megavatios hora de electricidad al año, equivalente al consumo eléctrico anual de 111 hogares españoles.

En una nota, Araiz explica que la situación energética actual —y todos los problemas medioambientales, políticos y económicos asociados a ella— hacen "cada vez más necesaria una optimización de los sistemas de generación eléctrica y una incorporación de medidas de ahorro energético a los procesos".

En este sentido, distintas investigaciones han puesto el foco en la recuperación del calor residual, "una energía que se produce en distintos procesos y que no suele aprovecharse, sino que se libera al ambiente o se disipa”.

De esta forma, en su tesis doctoral estudia el aprovechamiento de energía residual a través de generadores termoeléctricos, basados en el efecto Seebeck, unos dispositivos capaces de producir energía eléctrica a partir de una fuente de calor.

“Para ello, basta con lograr una diferencia de temperaturas entre las caras de los módulos termoeléctricos, el elemento esencial de estos dispositivos. Cuanto mayor sea esta diferencia de temperaturas, mayor será la potencia eléctrica generada”, apunta el investigador.

Entre las ventajas de estos dispositivos, se encuentra “la ausencia de partes móviles, que reducen e, incluso, eliminan el mantenimiento; la posibilidad de aprovechar cualquier salto de temperaturas para producir electricidad; y la escalabilidad y la modularidad, lo que permite una mejor adaptación al foco de calor”.

La eficiencia de la conversión calor-electricidad de estos sistemas es baja, y una forma de aumentarla es a través de la optimización de los intercambiadores de calor que acompañan a los módulos en los generadores termoeléctricos, describe.

Así, la misión de estos intercambiadores es la de "acercar la temperatura de las caras de los módulos a la de los respectivos focos, aumentando, de esta manera, la diferencia de temperatura entre las caras de los módulos y consiguiendo un incremento de la producción eléctrica”.

En este sentido, Miguel Araiz planteó en su trabajo utilizar como intercambiadores de calor, en el lado frío de los generadores termoeléctricos, termosifones con cambio de fase o bifásicos, “encargados de disipar al ambiente el calor que no se transforma en los módulos termoeléctricos".

"Además, no necesitan de equipos auxiliares como ventiladores o bombas, de forma que se consigue una refrigeración pasiva y autónoma, a diferencia de los sistemas habituales, como disipadores de aletas o intercambiadores de agua”, indica.

En concreto, el investigador desarrolló un modelo computacional capaz de simular el comportamiento de estos termosifones bifásicos en prototipos de intercambiadores de calor. Con esta herramienta, diseñó y construyó un prototipo de generador termoeléctrico que incluía un termosifón bifásico en su lado frío.

“Este prototipo se instaló en el conducto de salida de una caldera de combustión situada en los laboratorios de la UPNA y, tras la experimentación bajo diferentes condiciones de trabajo, se llegó a generar un máximo de 240 vatios por metro cuadrado de chimenea”, señala.

Dados los resultados obtenidos en los ensayos experimentales en los laboratorios, Araiz realizó, a continuación, un estudio computacional de implantación de esta tecnología en una industria real, donde poder recuperar el calor residual de un proceso industrial.

Tras la selección del punto que mejores características térmicas presentaba, se diseñó un generador termoeléctrico para ser colocado en la superficie exterior de una chimenea de treinta metros de altura en la que actualmente se disipan gases calientes a 250 grados de temperatura, con un sistema propuesto que incluye intercambiadores de calor a ambos lados de los módulos termoeléctricos.

"El generador termoeléctrico desarrollado es completamente pasivo y toda la potencia eléctrica generada podría ser aprovechada por la empresa. Además, instalarlo costaría diez euros el vatio”, explica.

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2 comentarios

  • Josep

    19/08/2019

    De momento, no es competitivo. Pero supongo que hay margen para hacerlo más eficiente.
  • Ing. Alejandro Armand Pilon

    19/10/2023

    Buenas tardes.
    Me interesaria contactar con los encargados del proyecto ya que tengo mucho interes en algo similar para una industria donde se producira vidrio.
    Saludos cordiales

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