Después del accidente de Fukushima, muchos países pusieron a debate el futuro de sus planes nucleares. Una vez pasado el shock, solo Alemania (con 9 reactores nucleares funcionando y una potencia instalada de 12.000 MW, equivalente al 15 % de la generación) ha decidido paralizar el uso de la energía nuclear en su mix energético.
Otros países han decidido replantear o redefinir sus programas. En primer lugar, Japón. Los 48 reactores que tiene operables (42.400 MW) después del accidente fueron parados a la espera de las decisiones gubernamentales. Tres años y medio después del accidente, el Gobierno actual ha autorizado la puesta en servicio de dos de los reactores (en Sendai) lo que indica que el resto volverán a operar paulatinamente aunque es difícil saber qué ocurrirá con los planes de construir nuevas centrales (tenían 2 en construcción).
Francia es otro caso significativo. Es el país con más energía nuclear en su parque de producción (el 73,3 %). Tiene 58 reactores en operación (63.130 MW) y uno en construcción (1.630 MW). La decisión de ir reduciendo la participación de la energía nuclear en la generación de energía eléctrica a la mitad en el año 2050 no les va a suponer ninguna acción traumática. El parque nuclear francés tiene una edad media de 29,6 años y 33 de sus reactores (56,9%) llevan más de 30 años funcionando. Con estos datos, en el año 2050 todos los reactores habrían superado los 40 años de funcionamiento y 52 habrían superado los 60 años de funcionamiento. Por lo tanto, replanteando el programa de reposición de las centrales actuales, se puede llegar al objetivo, sin olvidar cuantos cambios de Gobierno se van a producir en estos años.
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