El pasado 28 de abril de 2025, España vivió un apagón eléctrico sin precedentes. En apenas nueve segundos, el sistema colapsó, tras la pérdida súbita de 15 GW de generación renovable y la desconexión de las líneas de interconexión con Francia.
Este fallo masivo dejó en evidencia una realidad incómoda: la red eléctrica actual no está preparada para una penetración masiva de energías renovables sin un respaldo tecnológico sólido. Más que una catástrofe, lo ocurrido debe interpretarse como una señal de alerta y, sobre todo, como una oportunidad para avanzar hacia una red eléctrica más moderna y resiliente.
Aunque todavía se desconocen las causas y los informes oficiales, los datos preliminares indican que el incidente se desarrolló en dos etapas. Primero, se produjo una caída repentina en la generación de electricidad y a continuación, la desconexión del enlace con Francia por sobrecarga e inestabilidad.
Como consecuencia, el sistema eléctrico experimentó un colapso generalizado. Este evento planteó de inmediato una pregunta tanto en la ciudadanía como entre los especialistas: ¿qué fue exactamente lo que provocó esta situación?
La tentación inicial es culpar a las energías renovables. Sin embargo, esa interpretación no es acertada, pues el problema no radica en la generación limpia, sino en que el sistema eléctrico no está adaptado al nuevo mix energético. Es decir, lo que provocó el colapso no fue la energía renovable en sí, sino la falta de herramientas tecnológicas modernas capaces de gestionarla de forma segura.
En 2025, aproximadamente el 60% de la generación eléctrica española proviene de fuentes renovables, pero solo había disponibles 10 GW de generación síncrona activa.
Esto significa que la red operaba sin la suficiente inercia para resistir perturbaciones severas, como la que ocurrió aquel día.
Soluciones para una estabilidad futura
La solución no pasa por volver a tecnologías del siglo XX como la energía nuclear, sino por actualizar la red eléctrica con herramientas del siglo XXI. Una de las principales tecnologías que permitirán esa transformación es el Grid Forming, un avance que permite a inversores con baterías comportarse como generadores síncronos virtuales,como ya ocurre en países como Alemania (proyecto Sinteg), Reino Unido (proyecto “Stability Pathfinder”), EEUU, etc.
A diferencia del modelo tradicional (Grid Following), que necesita de una red estable para funcionar, el Grid Forming puede generar la tensión y frecuencia de referencia necesarias, aportando inercia sintética y evitando caídas bruscas como la del 28 de abril.
En este sentido, el papel del almacenamiento energético es fundamental. Las baterías industriales, o Battery Energy Storage Systems (BESS), son clave para garantizar la estabilidad de la red. Estas baterías ofrecen una respuesta ultrarrápida ante desviaciones de frecuencia, corrigiéndolas en milisegundos, en este sentido nuestras baterías G·ONE con química NMC ofrecen una mejor adaptación ya que permiten mayor densidad de descarga que otras químicas, como la LFP.
Además, su inercia virtual compensa la ausencia de generación síncrona, y proporcionan respaldo en momentos de picos de demanda, cubriendo el hueco hasta que entran en funcionamiento las reservas convencionales. Un ejemplo destacado de esta tecnología es la ya mencionada, G·ONE, actualmente la megabatería más grande del mundo, fabricada con celdas reutilizadas.
Otra pieza esencial para el futuro energético son las Virtual Power Plants (VPP), o plantas virtuales energéticas, ya referentes desde hace más de una década en Alemania, EEUU, Reino Unido, Japón, etc. Estas infraestructuras agregan miles de recursos descentralizados —paneles solares, baterías domésticas, vehículos eléctricos— y los gestionan como si fueran una única central eléctrica.
Mediante software predictivo, las VPP optimizan la generación y el almacenamiento de energía en tiempo real, ofreciendo una flexibilidad frente a las fluctuaciones que ninguna central térmica tradicional puede igualar. La Agencia Internacional de la Energía prevé que el 95% de la nueva capacidad instalada a nivel global será renovable y descentralizada, lo que hace de las VPP una herramienta clave para su integración efectiva.
En definitiva, “no hay transición energética sin estabilidad”. El apagón del 28 de abril fue un punto de inflexión que debe impulsar una reflexión seria sobre el futuro del sistema eléctrico español. Las energías renovables no son el problema, sino parte de la solución para modernizar la red conviviendo con ellas de forma segura.
Las megabaterías, el Grid Forming y las Virtual Power Plants no son conceptos futuristas sino soluciones tecnológicas ya disponibles.
Ernesto García Rodríguez es Head of Partnerships GDV.
Toni
09/06/2025