La energía nuclear gana adeptos en Asia Central, donde Kazajistán, Uzbekistán y Kirguistán buscan paliar su déficit energético e impulsar sus economías con la construcción y explotación de plantas nucleares, fiables y ecológicamente limpias.
El principal motivo que impulsa a estas naciones centroasiáticas a fijar su vista en las centrales nucleares pese a disponer de suficientes reservas de fuentes de energía tradicionales como el gas, el carbón o los recursos hídricos, es la protección del medio ambiente, muy dañado por la explotación intensiva en la época soviética.
La nuclear como alternativa a los hidrocarburos
Kirguistán, que actualmente sufre una grave escasez de electricidad, sobre los 3.000 millones de kilovatios/hora, da sus primeros pasos en este camino, con la búsqueda de una plaza adecuada para su futura planta nuclear, una ardua tarea en la que cuenta con el apoyo de especialistas rusos.
El principal problema radica en que el 90% de este país son zonas montañosas, lo cual no solo puede multiplicar el coste de construcción, sino también reducir su seguridad. Por ello, la elección de momento recayó en el valle de Chuy, en el norte del país.
La vecina Kazajistán, que albergaba históricas reservas respecto a la construcción de una planta debido a las graves consecuencias de los ensayos nucleares soviéticos en el polígono de Semipalátinsk, aprobó recientemente en referéndum el uso del átomo pacífico en el país.
Uzbekistán, a su vez, es el que más ha avanzado en este sentido, al firmar en 2018 un acuerdo con la corporación rusa Rosatom para la construcción de una planta nuclear de baja potencia.
Locomotora para el desarrollo regional para Asia
"En la etapa actual necesitamos justamente una central nuclear de baja potencia", comentó a EFE el director de la Agencia de Energía Nuclear de Uzbekistán, Azim Ajmedjadzháev.
Este tipo de plantas, explica, ofrecen un margen de maniobra suficiente que permite evitar interrupciones en los suministros en caso de que surja un déficit de electricidad en las horas de mayor consumo.
Y es que el actual incremento de la población uzbeka, el país más poblado de la región con cerca de 40 millones de personas, lleva a una creciente demanda de energía eléctrica y por tanto, de su generación.
Así, Uzbekistán ultima con ayuda de Rosatom los detalles del proyecto de una planta de baja potencia en la provincia de Yizaj, con seis reactores de 55 MWt de potencia cada uno, cuya construcción arrancará en breve y concluirá en 2033.
"Los uzbekos confían en el actual Gobierno del país que en los últimos siete años implementa reformas para fortalecer la economía nacional (...) La gente comprende que este proyecto impulsará la creación de nuevas fábricas y nuevos empleos. Para ellos el proyecto de construcción de la central nuclear va de la mano con el desarrollo del país", comentó Ajmedjadzháev.
Rosatom versus consorcios internacionales
Aunque Rosatom lleva la voz cantante en esta región, las sanciones impuestas por Occidente a Rusia por la guerra en Ucrania no pasan por alto en estos países centroasiáticos, que buscan diversificar las fuentes de inversiones y las compañías participantes.
"La central nuclear en la provincia de Yizaj no solo se erigirá con esfuerzos de Rosatom y Uzbekistán", explicó Ajmedjadzháev, según el cual en el proyecto participarán "compañías de otros países que pueden encargarse de la infraestructura en torno a la central, de las salas de máquinas, unidades de servicios".
"Será un equipo internacional", sostuvo, al expresar su convicción de que la nuclear es una rama que está "por encima" de los riesgos geopolíticos y es difícil incluirla en sanciones.
A raíz de la controvertida consulta sobre la construcción de una planta en Kazajistán, su presidente, Kasim-Yomart Tokáyev, anunció que las obras de construcción de esa instalación serían acometidas por un "consorcio internacional".
Una idea que podría afrontar escollos, según comentó a EFE el experto kazajo Rashid Zhaksilíkov, según el cual la creación de un consorcio internacional amplio podría "diluir" las responsabilidades de las partes en la construcción de una instalación que requiere de rigurosas normas de seguridad.
A su vez, el politólogo kazajo Talgat Kalíev se mostró menos cauteloso y aseguró a EFE que Kazajistán tiene mucha experiencia de trabajo con consorcios internacionales en la explotación de importantes yacimientos de petróleo y gas.
"Por tanto, no sería tan categórico respecto a la idea de un consorcio internacional para la construcción de una central nuclear", zanjó.
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