El proyecto internacional ITER (acrónimo en ingles de Reactor Experimental Termonuclear Internacional) en busca de una fuente de energía segura, limpia e inagotable, volverá a prorrogar sus plazos previstos y las primeras operaciones demostrativas no serán una realidad antes de al menos quince años.
Los responsables del consorcio internacional ITER han planteado una nueva línea de trabajo para los próximos años que supone un retraso en todas las fases experimentales del proyecto, una planificación que será presentada y aprobada previsiblemente en la reunión del Consejo los próximos días 19 y 20 de julio.
Carlos Hidalgo, director del Laboratorio Nacional de Fusión del Centro de Investigaciones Energéticas, Medioambientales y Tecnológicas (CIEMAT), ha subrayado que del ITER "ya hemos aprendido mucho" durante las sucesivas fases de diseño, construcción y ensamblaje y se han conseguido logros y superado desafíos tecnológicos muy importantes.
En declaraciones a EFE, Hidalgo ha restado trascendencia a los nuevos plazos que se han fijado en la hoja de ruta, y ha incidido en la importancia de implementar rigurosos y minuciosos controles de calidad y de trabajar en paralelo en el desarrollo y la validación de las tecnologías y los materiales que van a ser críticos en la construcción de este tipo de reactores.
El ITER (también significa "camino" en latín) constituye uno de los proyectos energéticos más ambiciosos y costosos del mundo; la máquina experimental se está construyendo en la localidad francesa de Saint-Paul-lez-Durance, y en el mismo están involucrados la Unión Europa como socio principal, Estados Unidos, Japón, Corea del Sur, China y Rusia, en busca de la fusión nuclear como fuente de energía a gran escala, limpia y libre de emisiones de dióxido de carbono.
Ralentizado a causa de la pandemia
Entre los motivos que han justificado el retraso en los plazos previstos para cubrir las diferentes etapas de este proyecto destaca la pandemia a causa de la covid-19, que motivó el cierre temporal de varias fábricas que suministraban componentes, redujo la mano de obra asociada y desencadenó otros impactos, como retrasos en el transporte -sobre todo marítimo- e interfirió en la realización de las necesarias inspecciones de control de calidad.
Así lo han expuesto los responsables del ITER, y en la nota de prensa que han difundido a los medios de comunicación establecen con precisión la nueva línea "base" de trabajo y los plazos previstos para cubrir todos los desafíos científicos y tecnológicos del reactor experimental, que según la nueva planificación no se cubrirían hasta al menos el año 2039.
La fusión nuclear (diferente a los actuales procesos de fisión nuclear en que se basan las centrales nucleares) que pretende el proyecto consiste en la reacción de dos isótopos de hidrógeno (el deuterio y el tritio) que conduce a la formación de un núcleo más pesado (de helio) con la generación de enormes cantidades de energía.
Se trata de un proceso similar al que produce la energía en el interior del Sol y las estrellas, según sus promotores, que han insistido en que en caso de probar su viabilidad y seguridad podría suponer una importante evolución en la Tierra, ya que permitiría superar la dependencia de los combustibles fósiles y pasar a un modelo basado en una fuente inagotable y limpia (el hidrógeno).
La fusión del hidrógeno podría además sustituir a la fisión del uranio y a diferencia de esta no genera residuos radiactivos de alta actividad; los expertos calculan que tan sólo con 10 gramos de deuterio y 15 de tritio podrían producirse la energía que un ciudadano de un país desarrollado consume en toda su vida.
El futuro del ITER
El ITER aspira a ser un prototipo demostrativo de la eficacia y seguridad de esa tecnología, y aunque no sería un reactor operativo ni industrial, sí pretende que todas las tecnologías que utilice sean válidas para el desarrollo y construcción de este tipo de reactores con aplicaciones comerciales.
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