15 comentarios publicados En la provincia de Cáceres, junto a la cola del embalse de Arrocampo y en la orilla derecha del río Tajo, se erige una especie de coloso inquebrantable: la Central Nuclear de Almaraz. Esta emblemática planta, que comenzó sus operaciones en 1981, ha sido durante décadas un símbolo de desarrollo energético en España. Con sus dos reactores de agua ligera a presión, genera una potencia combinada de más de 2.093 MW y ha sido una fuente crucial de empleo y estabilidad económica para la región extremeña.
Sin embargo, el fin de la concesión se acerca. La Unidad 1 está autorizada para operar hasta noviembre de 2027 y la Unidad 2 hasta octubre de 2028. Este horizonte abre un debate sobre el impacto que tendrá su cierre en la comunidad local y en la política energética nacional.
La posible clausura de Almaraz inquieta a sus habitantes. La central genera actualmente 3.000 empleos, entre directos e indirectos, y aporta unos 100 millones de euros anuales a las arcas estatales. Para los vecinos de Almaraz, perder esta fuente de ingresos y estabilidad laboral representa una amenaza directa a su modo de vida.
Impacto económico y social
"Vivimos con preocupación el impacto del posible cierre de la central nuclear, que lleva más de cuatro décadas conviviendo con nosotros. A algunos nos ha visto crecer" declara Juan Antonio Díaz, alcalde de Almaraz, a El Periódico de la Energía.
"La incertidumbre por el futuro económico de la región es profunda, ya que la actividad generada por la central incluye sectores como el transporte, la hostelería y el mantenimiento, los cuales dependen de su operatividad" explica el alcalde, y añade que "la alternativa de las energías renovables genera solo empleos temporales y pocos permanentes, con una mínima necesidad de personal para su operación".
Entre los trabajadores, tal y como comenta a este medio el presidente del comité de empresa, Borja Romero, la postura es clara: el cierre sería un golpe difícil de superar en una industria que ofrece empleos especializados y bien remunerados, difíciles de relocalizar en el entorno local.
Aun así, estos se muestran optimistas y confían en que esta situación se revierta y que el Gobierno opte por aplazar este calendario de cierre. "No es muy esperanzador que ya se esté trabajando en un proceso de documentación para el cierre pero las fechas que tenemos son 2027-2028 y hay que empezar con años de adelanto. No es muy halagüeño pero tampoco nos inquieta porque sabemos que todavía se puede revertir el cierre de las centrales nucleares" añade Romero.
PNIEC
Desde la aprobación del Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) en 2019, España sigue una hoja de ruta que prevé el cierre de todas sus centrales para 2035. Este cronograma incluye no solo a Almaraz, sino también a otras plantas como la de Trillo, que será la última en desmantelarse. La meta del PNIEC es diversificar la matriz energética y reducir las emisiones de carbono, confiando en las energías renovables para cubrir la demanda futura.
"Las unidades nucleares en España funcionan maravillosamente, sus homólogas norteamericanas tienen licencia para operar 80 años y, por tanto, las centrales españolas, en las que se ha hecho una inversión tremenda y todos los equipos son nuevos, podrían funcionar, no emiten CO2 y dan una estabilidad tremenda a la red" comenta Ignacio Araluce, presidente del Foro Nuclear a este medio.
"Por un lado es un cierre desde el punto de vista administrativo, es decir, que no se concede la licencia y, por otro lado, es una asfixia económica tremenda a base de impuestos" añade Araluce.
"En la comarca estamos todos a favor de la central nuclear. No hay ninguna persona en la comarca que diga que se cierre. Quiero que la gente esté tranquila, yo pienso no se va a cerrar. Después de cinco años –si fuese el caso de que se cerrara–, pues no sé cómo actuaríamos" declara Díaz.
"Hay que ser conscientes de que esta decisión no tiene vuelta atrás. Una vez que vayamos a cierre puede ser muy difícil volver atrás y como en un futuro no muy lejano necesitemos de esta energía, instalar nuevos proyectos nucleares lleva muchos años y mucha inversión. Es mejor pensárselo ahora que estamos a tiempo que lamentarnos cuando ya no haya solución" aseveró el presidente del comité de empresa.
El tiempo de Almaraz está contado, pero su legado, su último latido, reverbera en cada rincón de este pequeño pueblo extremeño. Y en el silencio de las noches, solo queda la esperanza de que, de algún modo, la historia que nació al borde del Tajo pueda encontrar una forma de continuar.
carloscallejon@eresenergia.com
20/11/2024