En el corazón de la fábrica de Ambar en Zaragoza luce desde hace unas semanas un enorme globo blanco de casi 20 metros de diámetro. No es un adorno ni un depósito cualquiera: es un gasómetro de biogás que almacena la energía que servirá para seguir elaborando cerveza. Con esta instalación, Ambar da un nuevo paso en su compromiso con el medio ambiente: una cerveza más verde y, a la vez, más Ambar que nunca, porque mantiene su esencia artesana mientras reduce su huella de carbono.
El gasómetro, de 19,3 metros de diámetro y 14,8 metros de altura, puede guardar hasta 3.000 metros cúbicos de biogás generado durante el proceso de depuración de las aguas residuales que produce la propia fábrica. Ese biogás, compuesto principalmente por metano, alimenta las calderas de vapor necesarias para cocer el mosto, uno de los momentos clave en la elaboración de la cerveza.
“La cerveza nos da energía para seguir elaborando más cerveza”, explican desde Ambar. “Lo que antes era un residuo ahora es una fuente de energía que nos hace más sostenibles y eficientes”, añaden.
El globo de energía
Gracias a esta planta, que ha supuesto una inversión de 660.000 euros, Ambar logrará reducir en torno a un 25% su consumo de gas natural y evitará la emisión de cerca de 964 toneladas de CO2 al año, reforzando su sello «reduzco» del Ministerio para la Transición Ecológica.









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