Política energética

Indonesia y Filipinas aumentan su dependencia energética del carbón hasta casi el 62 %

Ember indica en su informe que la dependencia del carbón en ambos países ha superado a la de China y Polonia

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Indonesia y Filipinas aumentaron su dependencia del carbón en el último año, hasta representar casi el 62% de la energía usada para producir electricidad en 2023, situándose a la cabeza del Sudeste Asiático, según un informe divulgado.

El porcentaje de carbón respecto a otras fuentes de energía aumentó el año pasado en 2,9 puntos porcentuales, hasta el 61,9% en Filipinas; mientras que la cifra ascendió al 61,8% en Indonesia, de acuerdo con los datos del laboratorio de ideas Ember, con sede en Londres.

Ember indica en su página web que la dependencia del carbón en ambos países ha superado a la de China y Polonia, que históricamente se han situado entre los países con un mayor uso proporcional de carbón.

El carbón para Indonesia y Filipinas

Según el informe, el resto de los países del Sudeste Asiático también incrementaron su dependencia del carbón: desde el 31% en 2022 al 33% en 2023.

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"La dependencia del carbón está subiendo rápidamente en Indonesia y Filipinas, ya que ambos países satisfacen su creciente demanda de electricidad principalmente con carbón", advierten los autores del estudio, quienes les proponen que aprovechen su potencial eólico y solar para reducir esas tasas.

En este sentido, las energías solar y eólica representan el 3% del total usado en Filipinas y el 0,3% en Indonesia, comparados con el 4,4% de media en la región y el 13% en Vietnam.

Desde los Acuerdos de París en 2015 sobre el cambio climático, Indonesia ha incrementado el uso de energía solar y eólica en 1,2 teravatios por hora (TWh) y Filipinas en 1 TWh.

Ambos, así como el resto de los países de la región, se han comprometido a realizar una transición a energías limpias para reducir las emisiones contaminantes que provocan el calentamiento global y la crisis climática.

Los científicos advierten de que los países deben evitar que las temperaturas globales suban por encima de los 1,5 grados respecto a los niveles preindustriales para evitar repercusiones catastróficas en el ambiente natural, la salud y el bienestar humanos.

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